Eduardo Jauralde

Fiscal jubilado, a los 75 años reemprende su lucha por la justicia, ahora desde la profesión de abogado

Viejo luchador antifranquista, fiscal jubilado y miembro destacado de la minoría progresista del anterior Consejo General del Poder Judicial, Eduardo Jauralde Morgado acaba de colegiarse como abogado. A sus 75 años, con seis hijos y 14 nietos, Jauralde muestra un entusiasmo casi juvenil por su nueva forma de buscar la justicia. Esta noche recibe el homenaje de la Unión Progresista de Fiscales y Jueces para la Democracia, al que se han sumado personas de todos los niveles de la Administración de justicia.

Jauralde, dedicado durante 40 años a su profesión de fiscal, encuentra muy satisfac...

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Viejo luchador antifranquista, fiscal jubilado y miembro destacado de la minoría progresista del anterior Consejo General del Poder Judicial, Eduardo Jauralde Morgado acaba de colegiarse como abogado. A sus 75 años, con seis hijos y 14 nietos, Jauralde muestra un entusiasmo casi juvenil por su nueva forma de buscar la justicia. Esta noche recibe el homenaje de la Unión Progresista de Fiscales y Jueces para la Democracia, al que se han sumado personas de todos los niveles de la Administración de justicia.

Jauralde, dedicado durante 40 años a su profesión de fiscal, encuentra muy satisfactorio el ejercicio ahora de la abogacía. "Me permite", dice, "contemplar la administración de justicia desde otra vertiente: descender al terreno de los conflictos entre particulares y captar mejor las deficiencias de ella, sobre todo su carestía, su demora y, en general, la insatisfacción de la gente".Madrileño, bautizado en el barrio de la Paloma ("aunque me consideran muy rojo, sigo siendo creyente"), Jauralde era a sus 18 años auxiliar empleado de ferrocarriles, y sólo seis años después, en 1935, sacó la oposición de fiscal. Depurado al finalizar la guerra civil, tras la cancelación de su sanción ocupó destinos en Badajoz y Palencia, hasta que en 1958 pasé a Madrid, al Tribunal Supremo. En 1980, el PSOE le propuso para vocal del órgano de gobierno del poder judicial.

Recuerda con agrado sus años palentinos como presidente diocesano de Acción Católica, y con insatisfacción sus cinco años en el Consejo del Poder Judicial. "Yo me considero frustrado en esa etapa, y tengo mucha esperanza", afirma, "en que el consejo que nos ha sucedido tenga mejores logros". Quienes le conocen saben que no tuvo nunca pelos en la lengua y que a veces se quedó solo en la defensa de las posiciones más progresistas. Pero él prefiere destacar hoy "el gran respeto personal hacia todos los compañeros del anterior consejo".

De sus años en Justicia Democrática, adonde llegó de la mano de Jesús Vicente Chamorro, Jauralde evoca la relativa clandestinidad en que se movían y la lucha por unos valores e ideales que hoy se encuentran realizados "en parte". Explica que la justicia "sigue teniendo deficiencias en, cuanto a medios y debido a la subsistencia de algunos funcionarios nostálgicos del anterior régimen". Puntualiza que se trata de contadas excepciones, pero muy apegadas al corporativismo y a una mal entendida independencia judicial". Jauralde se duele también de que subsista la tortura, propiciada por una ley antiterrorista que rechaza plenamente.

Asegura que los jueces no son seres sagrados ni intocables frente a la crítica, y que los fiscales "están al servicio del pueblo, porque están al servicio de la ley, y la ley la hace el pueblo". Añade que el fiscal, "más que acusador, tiene que ser el amparo de quien pide justicia, y los más necesitados de ella son los inermes, los desvalidos, los marginados". En su opinión, "a la carrera le hizo mucho daño la actuación de los fiscales militarizados en la guerra civil, al servicio de una represión durísima". Hablando de militares, Jauralde no puede olvidar a los de la Unión Militar Democrática (UMD), cuya marginación lamenta.

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