Crítica:El cine en la pequeña pantalla

Las purezas son peligrosas

Vittorio Gassman, en Virginidad, un italiano de Londres, recibe a una lejana pariente (Ornella Muti) y el encargo de convertirse en su tutor, procurando su bienestar y, principalmente, proteger su inmaculada condición sexual. Después pasan cosas tan tontas como el amor, el honor, etcétera.Antes, sin embargo, Virginidad nos cuenta, en un proceso narrativo acaso excesivamente alargado, la vida y milagros cotidianos de ese Gassman mafioso y sólidamente afincado entre la clase pudiente anglosajona. Cuatro apuntes sobre la inmigración que llega a la cúspide, cuatro reflexiones bobalic...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Vittorio Gassman, en Virginidad, un italiano de Londres, recibe a una lejana pariente (Ornella Muti) y el encargo de convertirse en su tutor, procurando su bienestar y, principalmente, proteger su inmaculada condición sexual. Después pasan cosas tan tontas como el amor, el honor, etcétera.Antes, sin embargo, Virginidad nos cuenta, en un proceso narrativo acaso excesivamente alargado, la vida y milagros cotidianos de ese Gassman mafioso y sólidamente afincado entre la clase pudiente anglosajona. Cuatro apuntes sobre la inmigración que llega a la cúspide, cuatro reflexiones bobaliconas hacia la clase obrera, y a esperar que lleguen las curvas de la Muti.

Ahí es cuando hace su aparición el código del honor de los italianos. Desvirgar a la Muti es para Gassman algo así como una sentencia de muerte. Un director que hace pocos honores a la memoria, juega con esa situación y pretende añadir ironía, sal y pimienta en sus momentos más desenfadados y picarones. Digamos que no es Rosi un autor de la sabia provocación de Monicelli o Risí. Virginidad queda como una película de intenciones aguadas y si se aguanta es por el Gassman y la Muti, que componen muy bien sus caricaturas.

Un Chabrol primitivo

Un contexto de provincia francesa, Aix-en-Provence, una familia bien y la aparición brusca del crimen entre tantos aromas conforman un esqueleto puramente chabroliano, en sus mejores ejemplos .-Accidente sin huella, El carnicero- capaz de hilar hondo en el análisis de personajes y comportamientos, de causas y efectos. Una doble vida es, sin embargo, un Chabrol primitivo, cocido en 1959, tras los primeros destellos de su talento en Le beau Serge y Les cousins.

Ese Chabrol, no obstante, se plantea en este filme -uno de los más desconocidos de su filmografía- cuestiones éticas sobre la familia y sus responsabilidades y lo expone mediante una narración ambivalente y compleja, basada en gran medida en flash-backs que contemplan, bajo otra óptica incluso, situaciones ya narradas.

Virginidad se emite hoy a las 22.30 horas por TVE-1 y Una doble vida a las 22.10 por TVE-2.

Archivado En