Crítica:VISTO / OÍDO

Un drama microscópico

La ventana electrónica es un programa televisivo apoyado en la experimentación y el cambio de géneros y procedimientos creativos, una especie de antología, para entendernos, que funciona bien porque hay mucho donde elegir y los responsables han demostrado poseer un buen olfato para seleccionar obras interesantes y atractivas, como sucedió en el último sábado, con la reposición de El milagro de la vida, realizada por el fotógrafo sueco Gunnart Nylson, que contenía imágenes sorprendentes -absolutamente inéditas- sobre la reproducción humana, y nunca vistas anteriormente.El programa te...

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La ventana electrónica es un programa televisivo apoyado en la experimentación y el cambio de géneros y procedimientos creativos, una especie de antología, para entendernos, que funciona bien porque hay mucho donde elegir y los responsables han demostrado poseer un buen olfato para seleccionar obras interesantes y atractivas, como sucedió en el último sábado, con la reposición de El milagro de la vida, realizada por el fotógrafo sueco Gunnart Nylson, que contenía imágenes sorprendentes -absolutamente inéditas- sobre la reproducción humana, y nunca vistas anteriormente.El programa tenía quizá un énfasis excesivo en los aspectos didácticos, pero se podía disculpar un cierto orgullo de sus autores, porque la ocasión lo merecía. Conseguir que una cámara miniatura pueda penetrar en el interior del cuerpo humano para fotografiar los órganos en acción no es algo que pueda verse todos los días. Quizá la voz en off de la versión española tenía un tono solemne, propio de quien está dando un triple salto mortal, sin red, para asombro de propios y extraños, en un noble e ingenuo afán por impedir que algunos espectadores pudieran creer que veían algo habitual.

No es frecuente ver imágenes de esta naturaleza en televisión, y es justo destacar su oportunidad e interés junto a un cierto sentido argumental que encajaba, sorprendentemente, en el conjunto. Los pobres espermatozoides -tan parecidos a Woody Allen, como demostró el cineasta en Todo lo que usted no sabía sobre el sexo y jamás se atrevió a preguntar- se lanzaban, aguerridos, al torrente espermático, como audaces guerreros kamikazes, desafiando el pH de la vagina, defendida con energía, y entusiasmo. El óvulo aguardaba orgulloso la llegada del afortunado sobreviviente entre millones y miIlones de esforzados viajeros hasta el momento místico en el que se consumaba una unión que tenía resonancias cosmológicas.

No está mal que los científicos conserven un cierto sentido dramático para dar un aspecto diferente a las historias que tanto necesitan de él, si quieren llegar al mayor número de personas y cautivar su atención como las narraciones inventadas. Es un procedimiento seguro para atrapar nuestra memoria.

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