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Estudiantes evitó ser humillado por el Barça

Estudiantes sufrió una acción de castigo realmente espeluznante en los siete primeros minutos de juego. El marcador señalaba un 2-23 incontestable que estuvo a punto de enmudecer a la Demencia. El Barcelona practicaba un juego, pesado, duro, de infanteria mecanizada, basado en la contundencia de Wiltjer y en las respuestas de Ortíz; un juego dispuesto a aprovechar cualquier resquicio. Se encontró con desorden en las líneas enemigas, nervios y miedo, mucho miedo a tratar de tú a un grande por segunda vez en siete días. El Estudiantes perdió el partido en la fase de tanteo, pero tu...

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Estudiantes sufrió una acción de castigo realmente espeluznante en los siete primeros minutos de juego. El marcador señalaba un 2-23 incontestable que estuvo a punto de enmudecer a la Demencia. El Barcelona practicaba un juego, pesado, duro, de infanteria mecanizada, basado en la contundencia de Wiltjer y en las respuestas de Ortíz; un juego dispuesto a aprovechar cualquier resquicio. Se encontró con desorden en las líneas enemigas, nervios y miedo, mucho miedo a tratar de tú a un grande por segunda vez en siete días. El Estudiantes perdió el partido en la fase de tanteo, pero tuvo al menos la gallardía de luchar contra lo ¡mposible y reducir la diferencia de 26 a 10 puntos en la reanudación.La Demencia acudió al Magariños con sus mejores galas, entrenando las gargantas con cánticos navideños para seguir fiel a su teoría sobre el desorden; obligó a saludar a la mujer de Pinone, apodada Pinosa y calentó. un ambiente que el Barcelona amenazó con enfriar con una entrada que infundía pavor: sus tres hombres altos, Smith, Ortiz y, Wiltjer, dispuestos a cavar huecos en la defensa contraria, sirviendo de postes para cómodos disparos de los aleros desequilibrando a los defensas en los bloqueos e implantando, un dominio total en el rebote. Wilijer parecía inalcanzable para los débiles pívots de Estudiantes, pero es que Ortiz cooperaba en la faena con fervor, en plena demostración de que mejora día a día. Lo bueno de Ortiz es que tiene cara de bueno pero sabe ser malo.

Asi, del miedo. se pasó, al pavor, conforme el marcador iba de un increíble 0-15 a un desesperado 2-23. Garrido, técnico local, necesitaba algo más que un tiempo muerto, quizás la suspensión del encuentro, para detener la humillación que se avecinaba. Estudiantes precipitaba sus disparos y tenía que olvidarse de coger el rebote; es más, tiraba, mejor de tres que de dos. Sin embargo, con encomiable espíritu de lucha, los jugadores se mantuvieron en la cancha y lograron llegar al descanso con un 36-53 que, visto el comienzo, hasta resultaba tranquilizador.

Lo curioso es que la Demencia resucitó con gritos de "campeones, campeones" en el segundo tiempo y volvió a insistir en su campaña de "somos el primer equipo de Madrid" de inescrutable resultado. ¿Qué había pasado? Que el Estudiantes había remontado parte de la situación hasta el punto de incordiar la serenidad del Barcelona. Lo había hecho a fuerza de. tesón, de pelea, y de pensar que era, posible otra cosa distinta de la derrota. Cualquier, equipo hubiera perdido de más de 40 puntos ante tal comienzo, porque si bien el Barcellona no, tenía porqué emplearse a fondo, si. era cierto que Sibilio y Epi amenazaban con tiros de tres puntos, que Ortiz no se relajaba ni en broma, que Smith estaba muy serio y que Wiltjer era una constante amenaza.

En los últimos minutos, Seara, llamaba a Epi y a Sibilio a dialogar en el centro de la cancha, mientras Aito sentaba a Ortiz por Smith. El Barcelona tomaba las máximas precauciones y eso ya parecía un éxito. Nadie pudo. pensar en un final así con un principio tan implacable. El Barcelona había hecho un buen ejercicio, de su nuevo repertorio, entre fuerte arriba, aplicado en defensa y siempre certero en los medios. Pero, el Estudiantes evitó la humillación.

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