El enviado que desapareció

La historia de Jean-Luc Godard como reportero tenístico (ver EL PAÍS del pasado 2 de septiembre) concluyó con un final digno de sus películas. Godard fue contratado por el diario francés Libération para realizar una serie de artículos complementarios sobre el Open de Estados Unidos de tenis. El director de cine estuvo deambulando por las instalaciones de Flushing Meadow el pasado fin de semana. Su imagen era errante y perdida en el despliegue de folclor neoyorkino que realizan los espectadores de este torneo.Pero el lunes, cuando debía entregar el primero de los artículos pactados con e...

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La historia de Jean-Luc Godard como reportero tenístico (ver EL PAÍS del pasado 2 de septiembre) concluyó con un final digno de sus películas. Godard fue contratado por el diario francés Libération para realizar una serie de artículos complementarios sobre el Open de Estados Unidos de tenis. El director de cine estuvo deambulando por las instalaciones de Flushing Meadow el pasado fin de semana. Su imagen era errante y perdida en el despliegue de folclor neoyorkino que realizan los espectadores de este torneo.Pero el lunes, cuando debía entregar el primero de los artículos pactados con el diario francés, Godard se esfumó. Y lo hizo como un personaje de sus guiones. El enviado especial de la sección de Deportes de Libération se encontró una nota en la puerta de su habitación del hotel. Era una nota breve y, en pocas líneas, Godard decía que era absolutamente incapaz de escribir una sola línea sobre el torneo y que se marchaba inmediatamente a Suiza. Pocas horas después, la huida se confirmaba desde la redacción central en París. Flushing Meadow había podido con el espíritu de Godard.

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