Fillol, el futbolista que contrarió al dictador Lacoste

Con Ubaldo Pato Fillol llega a Madrid uno de los mejores porteros en toda la historia del fútbol argentino. Este futbolista, de 35 años, recibió el apodo de Pato por el número 45 de los zapatos que calza. Llega también un profesional con fama de duro en la defensa de sus derechos, dureza que ha soportado el almirante Carlos Lacoste, protagonista en la pasada dictadura argentina. La fecha de su incorporación al Atlético de Madrid está aún por concretar. Javier Castedo, vicepresidente del club, viajó ayer a Río de Janeiro para formalizar el contrato.

Dos trazos anecdóticos definen la pers...

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Con Ubaldo Pato Fillol llega a Madrid uno de los mejores porteros en toda la historia del fútbol argentino. Este futbolista, de 35 años, recibió el apodo de Pato por el número 45 de los zapatos que calza. Llega también un profesional con fama de duro en la defensa de sus derechos, dureza que ha soportado el almirante Carlos Lacoste, protagonista en la pasada dictadura argentina. La fecha de su incorporación al Atlético de Madrid está aún por concretar. Javier Castedo, vicepresidente del club, viajó ayer a Río de Janeiro para formalizar el contrato.

Dos trazos anecdóticos definen la personalidad de Fillol. Maradona acaba de recordar, en una entrevista reciente, que, cierta vez, el temible almirante Lacoste -organizador del Campeonato Mundial de Fútbol de 1978 en Argentina- saludó uno por uno a los integrantes de la selección nacional de fútbol, y sólo Fillol se negó a darle la mano. Maradona agregó: "Ahora comprendo el valor de aquel gesto".Ese representante de la dictadura que asoló el país entre 1976 y 1983 intervino di rectamente en otro episodio vinculado a Fillol. En enero de 1979, seis meses después de consagrarse campeón del mundo, cuando el entonces portero del River se resistía a firmar la renovación de su contrato, fue citado por el almirante Lacoste a su despacho privado. Allí, entre infantes de Marina que le apuntaban con sus fusiles, recibió la amenaza sin inmutarse: "Le conviene aceptar el dinero que le ofrece el River si quiere continuar jugando al fútbol. No podemos permitir que usted se mantenga en conflicto, es un mal ejemplo, las huelgas están prohibidas". Fillol se marchó sin decir una palabra y resistió la presión. Por fin, el River tuvo que pagarle el dinero que exigió desde el primer día.

La fama de duro y polémico le viene de las difíciles relaciones que mantuvo siempre con los poderes establecidos. Es arisco y rebelde cuando los directivos no cumplen sus promesas. No reclama ayuda de sus compañeros en esos casos. Siempre salió solo a enfrentarse con quien fuera, confiando en que nadie se atrevería a prescindir de sus servicios.

Para comprender los rasgos de un carácter que el dinero, la fama y su larga experiencia nacional e internacional no han logrado limar debe conocerse su origen. Pato Fillol nació en un pueblo rural de la provincia de Buenos Aires, a 100 kilómetros de la capital federal, llamado San Miguel del Monte. La separación de sus padres y la escasez de recursos familiares le obligaron a trabajar desde pequeño en oficios diversos. En uno de los restaurantes del pueblo se recuerda todavía que "el Pato era el chico de los mandados, y cuando no había clientes se colocaba delante de una pared para atajar los corchos, tapas de gaseosas o panecillos que le arrojábamos".

Amasaba pan

De su pueblo, salió a los 13 años para vivir solo durante cinco años en una pensión del gran Buenos Aires. Trabajó en la trastienda de una panadería mientras jugaba en las divisiones inferiores del Quilmes, un equipo de Segunda División. Desde las cinco de la madrugada hasta el mediodía amasaba pan y bollos, y luego asistía a los entrenamientos con la plantilla.Su debú en el Quilmes se produjo el primero de mayo de 1969, cuando tenía 18 años, y su equipo perdió ese día por 6-3. Una derrota que alimentó aún más su feroz orgullo. Esa condición, la de alimentarse en el deseo de ser el número uno, fue la que le sostuvo siempre aun cuando ya no le hiciera falta demostrarlo.

No fuma, no bebe, no se le conocen salidas nocturnas ni barras de amigos. Sólo Olga, su mujer, sabe cuánto le costó abrir su intimidad y formar ese hogar que él cierra con tanto celo.

Su récord es haberse mantenido 16 años ininterrumpidos como portero titular en equipos de primera línea. En el Quilmes sólo estuvo dos años. Primero le transfirieron al Rácing, y luego, en 1973, pasó al River, uno de los dos equipos más importantes del país. En ese club fue campeón metropolitano en 1975, 1977, 1979, 1980 y nacional en 1975, 1979 y 1981. Con la selección jugó tres mundiales, los de 1974, 1978 -cuando Argentina obtuvo el título- y 1982. Ha disputado más de 50 partidos internacionales, y con 26 paradas es el portero que más penaltis ha detenido en Argentina.

A finales de 1983, el Flamengo, de Brasil, contrató a Fillol por 350.000 dólares (60 millones de pesetas). Pronto destacó pero tuvo problemas con los dirigentes cuando le negaron el permiso para incorporarse a la selección argentina, cuando iba preparar el Mundial 86.

Ese detalle, el de respetarle los acuerdos previamente pactados, estén o no firmados, será el único que deberá juzgar el Atlético de Madrid, último club en contratar sus servicios por 20 millones de pesetas al Flamengo y 12 de ficha para el jugador. Lo demás, en particular su dedicación y aptitud para la alta competencia, no debe preocupar, a pesar de su edad. Quien le conozca bien sabe que desea jugar el próximo campeonato mundial en México, para que luego, al retirarse, nadie pueda ignorar la profunda huella que dejará su paso por el fútbol. Y mientras le anime un desafío, cuidado con él.

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