Españolito que vienes...

Entró en el parque cerrado del circuito de Bugatti, en el interior del célebre trazado de Le Mans, con el camión haciendo unas extrañísimas explosiones. El vehículo arrastraba como podía una roulotte y miles de ilusiones. Carlos Morante intentaba ser el segundo piloto español en la categoría de 500 cc. en el Gran Premio de Francia, que hoy se corre en Le Mans.Dentro del camión, Morante llevaba su Suzuki de carreras, y en la roulotte un montón de propuestas para cobrar algún dinerito en caso de que viera cumplido su sueño: estar en la parrilla de salida de la categoría rein...

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Entró en el parque cerrado del circuito de Bugatti, en el interior del célebre trazado de Le Mans, con el camión haciendo unas extrañísimas explosiones. El vehículo arrastraba como podía una roulotte y miles de ilusiones. Carlos Morante intentaba ser el segundo piloto español en la categoría de 500 cc. en el Gran Premio de Francia, que hoy se corre en Le Mans.Dentro del camión, Morante llevaba su Suzuki de carreras, y en la roulotte un montón de propuestas para cobrar algún dinerito en caso de que viera cumplido su sueño: estar en la parrilla de salida de la categoría reina. Mientras instalaba sus cosas, saludaba efusivamente a los compañeros. En un lado, Carlos Cardús. Junto a él, Luis Miguel Reyes. Angel Nieto había colocado su reluciente y concurrido camión-vivienda frente a él. Y allí, en el rincón, el bueno de Toni García y su colega el Boqui.

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Llegó el viernes, y con él se iniciaba la primera sesión oficial de entrenamientos. Morante no se lo pensó dos veces y empezó a calentar el motor de su Suzuki junto a la roulotte. Brum, brum, brum La moto estaba sobre el caballete y, de pronto, ¡zas!, la biela salió disparada, se destrozó el carter y Morante se quedó con el puño del gas en la mano. Todavía boquiabierto, intentó solucionar rápidamente el problema y lo primero que hizo fue irse a ver a Sito Pons a uno de sus lujosos camiones. 'Lo siento, amigo, pero los cárters de nuestras Suzuki son más pequeños", le dijo el piloto catalán.

Morante no se dio por rendido y removió cielo y tierra para conseguir un recambio apropiado. Incluso paseó por las tiendas de camping de sus compatriotas, a los que decía: "Si lo encuentro, lo vais a pagar entre todos". Pero fue imposible. Nadie tenía un carter de esos. Nadie podía traerlo a Le Mans. Claro que aunque hubiese sido posible, muchos dudan de que Morante hubiera podido hacerse con el material, pues todo lo que destrozó mientras calentaba el motor para salir al entrenamiento valía la friolera de 750.000 pesetas.

Este es, tan sólo, el caso de uno más de los numerosos españoles que se han lanzado a la aventura del mundial, unos con más suerte que otros. Lo cierto es que hoy habrá nada más y nada menos que 14 pilotos españoles en las parrillas de salida del Bugatti. Todo eso teniendo sólo un circuito (Jarama) y medio (Calafat). Ocho en 80 centí metros cúbicos: Aspar, Nieto, Herreros y Calabuig (Derbi), Gil Blanco, Bolart y Mateos Guillén (Autisa) y Torrontegui (JJ Cobas). Dos en 125 cc.: Sánchez Marín y González de Nicolás (MBA). Tres en 250 cc., aunque uno de ellos con licencia colombiana: Cardús, Reyes y Garriga (JJ Cobas). Y uno en 500 cc.: Pons (Suzuki). Ni Toni García (JJ Cobas, en 250 cc.) ni Carlos Morante pudieron clasificarse para disputar las pruebas de hoy.

Son españolitos que se han ganado las simpatías de todo el mundial. Gente amable y servicial que igual ofrecen herramientas o sacan un jamón a la intemperie para que se lo coma todo el que pasa por allí. Gente sin excesivos recursos económicos que, en muchos casos, depende de los resultados y de los premios que gane en un sitio para poder correr la semana siguiente en otro rincón de Europa. Gente a la que le obligan -como sucede aquí, en Le Mans- a pagar 20 francos (unas 400 pesetas) por utilizar la ducha fría del parque cerrado. Un parque que pertenece a una organización que, gracias a ellos y al resto de los pilotos participantes, hoy se embolsará sus buenos millones de francos.

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