Economía de guerra

Nezier Lo que circula por detrás de cualquier pelotón es un inmenso despliegue de medios montado en automóviles para solucionar en marcha cualquier circunstancia. Toda una red de comunicaciones, servicios y abastos se mantiene diariamente y a varios kilómetros por hora: los que, en definitiva, impone el pelotón.

Se solucionan averías de bicicletas y coches, la alimentación de corredores y seguidores, las comunicaciones y el servicio médico, entre otras cosas. Aunque parezca dificil, nada deja de tener remedio detrás de un pelotón. Un ejemplo más de todo ello fue lo que rodeó la c...

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Nezier Lo que circula por detrás de cualquier pelotón es un inmenso despliegue de medios montado en automóviles para solucionar en marcha cualquier circunstancia. Toda una red de comunicaciones, servicios y abastos se mantiene diariamente y a varios kilómetros por hora: los que, en definitiva, impone el pelotón.

Se solucionan averías de bicicletas y coches, la alimentación de corredores y seguidores, las comunicaciones y el servicio médico, entre otras cosas. Aunque parezca dificil, nada deja de tener remedio detrás de un pelotón. Un ejemplo más de todo ello fue lo que rodeó la caída, ayer, de Bernaudeau (Fagor).

Bernaudeau cayó contra una isleta de la carretera. Cayó junto a Muñoz, pero tuvo la desgracia de romperse un omóplato. Nada más chocar, Radio Tour anunció: "caída en el pelotón", para, unos segundos después, matizar: "caída de Fagor". El coche de Fagor recibió prioridad para adelantar al resto, al igual que la ambulancia. Al mismo tiempo, todos los mecánicos del resto de equipos corrían en dirección al accidente, precautoriamente, y con un par de ruedas de repuesto por si había algún otro implicado. Al minuto, Bernaudeau tenía una camilla a su lado, Muñoz ya estaba en carrera y otro implicado terminaba de ajustar la bicicleta. Mientras Bernaudeau lanzaba gritos de dolor ante cualquier intento de movimiento, las cámaras de televisión rodaban.

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Dos minutos después, la carrera seguía su rumbo por detrás. La circulación no se había detenido en ningún momento y Bernaudeau se dirigía al hospital.

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