Crítica:El cine en la pequeña pantalla

Rosa negro

Edmund Goulding, desde sus comienzos en el cine mudo hasta su muerte en 1959, fue considerado como uno de los grandes forjadores del star-system, en el que Hollywood cimentó su expansión. Dirigió a grandes estrellas y extrajo de ellas algunos de los rasgos que las definió como tales.Es el caso, por ejemplo, de su dirección a Greta Garbo y Joan Crawford en Gran Hotel: cada una de ellas parece dirigida por un director distinto y en cierta manera así fue, pues Goulding fue una especie de director sin forma, que adoptaba una piel u otra en función de la actriz que tenía delante.

Con Bette t...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Edmund Goulding, desde sus comienzos en el cine mudo hasta su muerte en 1959, fue considerado como uno de los grandes forjadores del star-system, en el que Hollywood cimentó su expansión. Dirigió a grandes estrellas y extrajo de ellas algunos de los rasgos que las definió como tales.Es el caso, por ejemplo, de su dirección a Greta Garbo y Joan Crawford en Gran Hotel: cada una de ellas parece dirigida por un director distinto y en cierta manera así fue, pues Goulding fue una especie de director sin forma, que adoptaba una piel u otra en función de la actriz que tenía delante.

Con Bette trabajó en tres películas en las que acabaron a palos. El volcánico temperamento de Bette rechazó las servidumbres del estrellato y la visión de su propio trabajo chocó con la de Goulding, que se vio obligado a dejarla actuar a su aire, sin dirigirla realmente.

Amarga victoria se emite hoy a las 21

35 por TVE-1

Amarga victoria, en 1939, es el segundo encuentro entre Bette y Goulding. Su rodaje fue duro, porque la indómita actriz odiaba sin disimulo lo que le obligaban a hacer. Terminado el filme, Goulding inició contra ella una campaña de descrédito que acabó por cambiar el rumbo de la carrera de Bette, llevando a la actriz hacia sus cumbres de los años 40, con Wyler y Mankiewicz.

Amarga victoria es un desaforado melodrama, con una vidriosa historia necrofílica como sustrato de la anécdota. Por desgracia esta dura historia de fondo sólo está insinuada y vista a través de un visillo de almíbar. Lo que podría haber sido un bronco melodrama negro se hace progresivamente un pastel rosáceo y a la larga estomagante. Y la historia del enamoramiento del médico y su moribunda enferma pierde el fuste que prometía inicialmente.

Bette Davis actúa en Amarga victoria sin convicción. Resuelve su personaje con recursos que encubren la falta de inspiración con que realizó su trabajo. Le da la réplica George Brent, un actor eficaz, pero con pocos recursos. Como curiosidad, hay dos personajes menores interpretados por un futuro astro, Humphrey Bogart, y un secundario que nunca pudo dejar de serlo hasta que se dedicó a la política, Ronald Reagan.

Archivado En