Crítica:

Ayer y hoy de Raimon

Casi un año después de su primera emisión, La ventana electrónica puso en el aire de nuevo el pasado sábado el programa Raimon, hoy, que recientemente mereció una mención especial en el festival de televisión de Montreaux. Es el primer programa que Televisión Española dedica al cantautor catalán en sus más de 20 años de carrera musical, y resulta significativo que las imágenes documentales de antiguos recitales que en él se incluyeron pertenecieran a televisiones extranjeras, al no haber en Televisión Española constancia de la existencia del que probablemente sea el más represent...

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Casi un año después de su primera emisión, La ventana electrónica puso en el aire de nuevo el pasado sábado el programa Raimon, hoy, que recientemente mereció una mención especial en el festival de televisión de Montreaux. Es el primer programa que Televisión Española dedica al cantautor catalán en sus más de 20 años de carrera musical, y resulta significativo que las imágenes documentales de antiguos recitales que en él se incluyeron pertenecieran a televisiones extranjeras, al no haber en Televisión Española constancia de la existencia del que probablemente sea el más representativo de los cantantes que entendieron en un momento que la canción era un vehículo artístico y no un mero entretenimiento.Al margen de esta anécdota concreta, del hecho de que se emitiera sin previo aviso y de que el coloquio subsiguiente resultara insustancial de no ser por las inteligentes reflexiones que el propio cantante aportó sobre el oficio de cantor, el programa ofrecía sugerencias más que suficientes para contemplar la figura de Raimon y una obra musical tan rica y compleja como la suya desde la perspectiva reposada que permite el tiempo.

No ha sido nunca Raimon cantante dado a las modas perecederas, no es la suya una obra que pueda despacharse con lugares comunes cultivados en el caldo del desconocimiento o el desinterés. Cantor político o protesta, músico simple que no evoluciona, gritador, y otros, son conceptos que simplifican y reducen ese hecho artístico que son las canciones de Raimon. El programa, inteligentemente realizado por Alfonso Ungría, a medio camino entre la biografia, el documental, la reflexión y la interpretación de las canciones, trituró estas simplezas.

Desde las primeras canciones, en las que -como escribe Joan Fuster en la primera biografía del cantante, editada hace ya 21 años- la esencia interpretativa es el grito metafísico, hasta la sobriedad de los poemas de Espriu (que se acaba de reeditar en un doble álbum), pasando por el preciosismo de las musicaciones de Ausiás March, la hondura arnorosa de canciones como Com un puny, la reflexión vital y generacional de Jo vinc dun silenci, la valentía cívica de Quatre rius de sang o el rigor expresivo -literario y musical- de T'he conegut sempre igual, hay un camino artístico en constante recreación, en permanente perfeccionamiento y, evolución, Evolución que no es únicamente un problema de añadir instrumentos o adoptar novedades electrónicas, sino, fundamentalmente, de profundizar en el sentido de la propia obra y en sus elementos internos.

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