Tom Watson se convierte en el nuevo líder del Masters, mientras Ballesteros sigue en el grupo de cabeza

ENVIADO ESPECIAL El norteamericano Tom Watson se convirtió ayer en el nuevo líder de la 49ª edición del Masters de Golf, que se disputa en Augusta (Georgia, EE UU). Watson, que al cierre de esta edición todavía se encontraba realizando su segundo recorrido, llevaba un golpe de ventaja a su inmediato seguidor cuando apenas había cumplido el hoyo 13º del campo. Watson, con cinco bajo par, superaba a Craig Stadler, Gary Hallberg, líder del primer día, y a Willie Stewart, con cuatro bajo par. El español Severiano Ballesteros finalizó su segundo recorrido con 71 golpes y se mantenía a cuatro golpes...

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ENVIADO ESPECIAL El norteamericano Tom Watson se convirtió ayer en el nuevo líder de la 49ª edición del Masters de Golf, que se disputa en Augusta (Georgia, EE UU). Watson, que al cierre de esta edición todavía se encontraba realizando su segundo recorrido, llevaba un golpe de ventaja a su inmediato seguidor cuando apenas había cumplido el hoyo 13º del campo. Watson, con cinco bajo par, superaba a Craig Stadler, Gary Hallberg, líder del primer día, y a Willie Stewart, con cuatro bajo par. El español Severiano Ballesteros finalizó su segundo recorrido con 71 golpes y se mantenía a cuatro golpes de Watson. El aficionado español José María Olazábal no pudo pasar el corte eliminatorio, tras sumar un total de 157 golpes. Gary Hallberg -al estilo de Indiana Jones, con un sombrero llamativo sobre su cabeza y con un juego agresivo- no pudo mantener la serenidad del primer día, y después de llevar una ventaja de seis bajo par vio cómo ésta quedaba superada por Watson.

La condición de buen jugador de golpes largos, que a juicio de los propios jugadores es esencial para vencer en el Masters, todavía no ha sido evidenciada profundamente por Severiano Ballesteros. El jugador español, doble vencedor del Masters (1980 y 83) tuvo un esperanzador comienzo en la segunda jornada del torneo. Empezó con birdies (un golpe menos del par del hoyo) en los dos primeros hoyos de su recorrido. Luego mantendría el par en los tres siguientes, pero en el seis, un hoyo relativamente fácil, cometió bogey (un golpe más que el par del hoyo). Con relación a la primera jornada, Ballesteros había mejorado mucho su drive (el primer golpe que se da a la bola) y mantenía la precisión en los golpes cortos o putts.Ballesteros pasó el amen corner haciendo el par de los hoyos, y en el 15 volvió a conseguir un birdie, pero las esperanzas de que se acercara más al primer puesto se desvaneció en el siguiente hoyo donde cometió un nuevo bogey. Severiano acabaría el recorrido con 71 golpes para un total de 143, 1 bajo par. Mientras, Gary Hallberg, que había aumentado su ventaja en el hoyo cinco colocándose seis golpes bajo par, empezó a perder concentración y sumó sendos bogeys en los hoyos 7 y 8. A todas estas, Craig Stadler, ganador del Masters en 1982, finalizaba su recorrido con 67 golpes y sumaba un total de 140 que le situaban a un golpe del líder en ese momento. El líder no era otro que Tom Watson, decidido a conseguir su tercera chaqueta verde en el Masters.

El desquite de Strange

"En este juego los que baten récords de campo y otras cosas de ese estilo lo hacen porque el día anterior han tenido malos resultados", de esta forma Manolo Ballesteros, que hace de caddy de su hermano Severiano, definía la excelente tarjeta entregada ayer por el norteamericano Curtis Strange, con 65 golpes, 7 bajo par. Strange de alguna forma tenía que desquitarse de los 80 golpes del primer día de torneo y, además, de alguna forma tenía que evidenciar su actual liderazgo en la lista de ganancias del circuito norteamericano, con 336.998 dólares (casi 59 millones de pesetas).

Un líder como él no podía dejar su imagen tan mal en un torneo de esta categoría. Así que a las 9.08, Strange salió decididamente a lograr su continuidad en el Masters. No podía ser que, en el año de su fortuna, quedara eliminado por quinta vez en nueve participaciones en Augusta. Intentó lo imposible y casi lo consigue. Hizo birdie en el hoyo 2. Eagle (2 golpes menos que el par del hoyo) en el 3. Otros birdies en el 4, 11, 12, 13 y 14. O sea, que en un día así ni el amen corner, resulta invencible. Pero en el 15 se le rompió la racha e hizo bogey. Acabó con 65 golpes y se quedó a un golpe del récord del campo, que permanece en la historia del Masters desde 1940, con los 64 golpes del norteamericano Lloyd Mangrum y que han igualado ya cinco jugadores: Nicklaus en 1965, Bembridge en 1974, Irwin en 1975, Player en 1.978 y Barber en 1979. "Cada año que juego aquí me ataca una especie de complejo. He salido a quitármelo de una vez por todas y he estado a punto de conseguir 63 o 64 golpes", dijo Strange, satisfecho de sentirse uno de los protagonistas de la jornada.

"Yo creo que Strange vio la Virgen esta mañana", bromeaba José María Olazábal, a quien le tocó la china de acompañar en el recorrido al líder de ganancias del circuito norteamericano. Olazábal no pudo centrarse en ninguna de las dos jornadas que disputó en su primer Masters, al que acudió en calidad de invitado por su condición de vencedor del Open Británico de aficionados. El primer día le tocó jugar con Arnold Palmer. "Arnold ha sido un gran jugador, pero ahora ya no está al nivel de los mejores de hoy", señaló Olazábal. "Seguramente si hizo 83 golpes el primer día fue porque le contagié de mi mal juego", volvía a bromear el joven jugador español.

El adiós de Olazábal

El segundo día Olazábal se vio obligado a observar cómo Strange lo metía todo a la primera mientras él necesitaba 76 golpes para acabar el recorrido. "Sólo he hecho un birdie en todo el torneo. Antes de venir aquí el Masters resultaba ser una ilusión, pero después de haberlo jugado me ha provocado una desolación. Estoy bastante molesto conmigo mismo. Esperaba más de mí, o al menos estar cerca de los que pasan el corte". Tras una primera vuelta de 36 golpes, Olazábal sumó 40 en la segunda para un total de 157 en las dos jornadas de torneo.

El muchacho repetía una y otra vez que estaba muy orgulloso de haber jugado en Augusta. "Ya dije al llegar aquí que el solo hecho de pesar estos greens como jugador del torneo es un premio. Este campo es maravilloso y es este ambiente te llegan a temblar las piernas y los brazos". Seguro que, nada más llegar a España, Olazábal se lo contará a sus amigos, a sus familiares, y, quién sabe, tal vez algún día venga a ganar.

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