El PCE entra en una etapa decisiva para su supervivencia

El Partido Comunista de España (PCE) comienza mañana, miércoles, una etapa decisiva en la que se juega la supervivencia, al menos en su actual configuración. El clima de prerruptura existente en buen número de organizaciones regionales, provinciales y locales del PCE pesará decisivamente sobre las reuniones del comité ejecutivo, que comienza mañana; del comité central, que se desarrollará el próximo jueves; de la conferencia ordinaria de Madrid, que se celebrará a comienzos de la semana próxima, y, por fin, de la conferencia nacional, prevista para los tres últimos días de este mes. Esta últim...

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El Partido Comunista de España (PCE) comienza mañana, miércoles, una etapa decisiva en la que se juega la supervivencia, al menos en su actual configuración. El clima de prerruptura existente en buen número de organizaciones regionales, provinciales y locales del PCE pesará decisivamente sobre las reuniones del comité ejecutivo, que comienza mañana; del comité central, que se desarrollará el próximo jueves; de la conferencia ordinaria de Madrid, que se celebrará a comienzos de la semana próxima, y, por fin, de la conferencia nacional, prevista para los tres últimos días de este mes. Esta última marcará, en un sentido de unidad o de ruptura, el inicio de una nueva fase para los comunistas españoles.

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Las perspectivas ante esta serie de reuniones son confesadamente malas, de acuerdo con fuentes de ambas partes en liza, gerardistas (seguidores del actual secretario general, Gerardo Iglesias) y carrillistas (partidarios de su antecesor, Santiago Carrillo). Y ello pese a que Iglesias ha manifestado que sus propuestas, realizadas en la última reunión del comité central, hace dos semanas, "no están cerradas" y a que existe la creencia de que el secretario general tratará de fórmular mañana nuevas ideas para aquietar las aguas en el seno del partido.La semana pasada concluyó con mutuas descalificaciones y ataques en una de las principales organizaciones regionales del PCE: Madrid, con algo más de 10.000 militantes. El comité regional, dirigido por Adolfo Piñedo, uno de los más destacados seguidores con que cuenta el ex secretario general Santiago Carrillo, convocó el pasado viernes, desafiando abiertamente la prohibición de la dirección nacional del partido, una asamblea de militantes de base en la Casa de Campo a la que asistieron unas 300 personas.

Allí, Piñedo reiteró sus acusaciones contra el secretariado encabezado por Gerardo Iglesias, que pretende, dijo, "suspender de hecho" las funciones del comité regional de Madrid.

En efecto, parece ya inequívoco que la dirección nacional del PCE trata de convocar unilateralmente una conferencia extraordinaria del PCE en Madrid, ante el rechazo del comité regional a hacerlo. Para ello, Iglesias y otros miembros del secretariado han iniciado la celebración de asambleas extraordinarias en diversos barrios y pueblos madrileños, igualmente en torno a militantes de base.

'Guerra' de cifras

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Según el portavoz del secretariado, Andreu Claret, Iglesias ha logrado ya el acuerdo de, al menos, ,el 70% de los afiliados comunistas madrileños para la convocatoria de esta conferencia extraordinaria, en la que se trataría de cambiar el signo de la actual dirección regional, confiriéndole un cariz gerardista.

Pero fuentes carrillistas han rechazado que la dirección nacional logre aglutinar en estos momentos a más del 10% de la militancia madrileña. En una auténtica guerra de cifras, Piñedo aseguró que el comité que él encabeza representa al 70% del total de afiliados y, como prueba, se remitió a la celebración, la semana próxima, de la conferencia ordinaria de Madrid, en la que, entre otros puntos, se debatirá si, a la vista del actual estado de cosas, es o no conveniente que Madrid acuda a la conferencia nacional de los próximos días 29, 30 y 31 de marzo.

El temario de esta conferencia nacional se presenta con perfiles poco claros, dado que la división interna dificulta los propósitos originales de discutir una estrategia con vistas a las próximas contiendas electorales.

Esta situación, calificada por Piñedo y otros dirigentes carrillistas en Madrid de "escisión en la práctica", se repite, con diversas variantes, en Valencia -que también celebra su conferencia ordi- naria a finales de esta semana-, Galicia, País Vasco, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Balea res, Canarias, Cantabria y en provincias como Granada, donde el pasado fin de semana estalló un conflicto que llevaba varias semanas latente.

En algunas de estas zonas, las divergencias entre gerardistas y carrillistas llevaron a no pocos militantes a abandonar las filas del PCE para pasar a las del Partido Comunista (PC) prosoviético de Ignacio Gallego, que, lentamente, parece constituirse como el principal beneficiario de la crisis. En la actualidad, los cálculos más optimistas no conceden al PCE más de 45.000 militantes reales.

Sin embargo, Andalucía, en general, se mantiene como una de las plazas fuertes de la actual dirección del PCE, que ha depositado todas sus esperanzas en las posibilidades de Julio Anguita, alcalde de Córdoba y cabeza de candidatura de una alternativa de izquierdas ante las próximas elecciones autonómicas.

El "nuevo' PCE

Iglesias y sus vicesecretarios generales, Enrique Curiel y Nicolás Sartorius -este último pasa por ser el ideólogo de la convergencia de izquierdas-, parecen confiar en que la recuperación del nuevo PCE comience, precisamente, en Andalucía, donde Anguita ha solicitado públicamente la expulsión de Carrillo del partido.

Junto a ello, la dirección comunista encontró este fin de semana un fuerte apoyo en el VII Congreso del PSUC (rama del PCE en Cataluña), celebrado en Barcelona, donde Iglesias reiteró el sábado que, pese a las constantes violaciones de prohibiciones y de los estatutos, no habrá sanciones contra los carrillístas.

Los seguidores de Santiago Carrillo, sin embargo, insisten en que uno es el lenguaje que Gerardo Iglesias y los restantes miembros del secretariado emplean en público y otro, muy distinto, el que usan en privado.

Adolfo Piñedo ha llegado a asegurar públicamente que la dirección pretende la expulsión de 14.000 carrillistas para poder, con más facilidad, hacer un nuevo partido con base en la convergencia con otras fuerzas de izquierda -uno de los puntos de conflicto y sin un carácter específicamente comunista.

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