La colombicultura, uso deporte mortal

La columbicultura es deporte que se puede considerar altamente peligroso. En los últimos nueve años murieron cinco personas, a consecuencia del seguimiento del vuelo de los palomos o de su cuidado, según datos facilitados por la federación española. Caídas y atropellos fueron las causas de los fallecimientos Además, todos los años hay gran número de heridos, lo que sitúa este deporte entre los de mayor número de accidentados para la Mutualidad General Deportiva.En 1977, Eloy Sánchez, de Elche de la Sierra (Albacete), quiso librar a sus palorrios del ataque de unas alimañas. En sus intentos por...

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La columbicultura es deporte que se puede considerar altamente peligroso. En los últimos nueve años murieron cinco personas, a consecuencia del seguimiento del vuelo de los palomos o de su cuidado, según datos facilitados por la federación española. Caídas y atropellos fueron las causas de los fallecimientos Además, todos los años hay gran número de heridos, lo que sitúa este deporte entre los de mayor número de accidentados para la Mutualidad General Deportiva.En 1977, Eloy Sánchez, de Elche de la Sierra (Albacete), quiso librar a sus palorrios del ataque de unas alimañas. En sus intentos por alejarlas, las persiguió hasta un barranco. Allí cayó al vació y murió despeñado.

Ese mismo año, Rafael Soria, de Alquerías (Castellón), arbitraba una competición. Para mejor distinguir el color de las alas de los palomos y proceder a su identificación se subió a un árbol. No advirtió la presencia de unos cables de alta tensión y quedó electrocutado.

Rafael Soria, de Lietor (Albacete), también en 1977, observó la presencia de un gato en el tejado de su palomar. Subió hasta él para echarle, a la vista del peligro que corrían sus palomos si les atacaba, resbaló, cayó al suelo y murió.

En 1982 falleció José María Codina, de Barcelona. Había soltado sus palomos. La paloma a la que tenían que perseguir se había. refugiado en un árbol. Se subió a él para espantarla, perdió el equilibrio y falleció a consecuencia de la caída.

En 1984, Enrique Navarro, de Picaña (Valencía), murió arrollado por un tren. Tenía su atención puesta en el cielo, siguiendo el vuelo de los palomos, y no advirtió la proximidad de un tren cuando cruzaba la vía. Fue la última víctima de uno de los deportes que más muertes se ha cobrado recientemente.

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