El catamarán francés 'Fleury Michon' vence en la Ruta del Descubrimiento

26º LATITUD N., 34º LONGITUD O(A BORDO DEL SPRITE AMERICA), -

ENVIADO ESPECIAL El catamarán francés Fleury Michon fue el vencedor de la Ruta del Descubrimiento al arribar al puerto de Santo Domingo a las 3.15 de hoy (hora de Madrid) Charante Maritime le secundó a unos tres minutos de diferencia. El rinal de la regata fue extremadamente competido, ya que ambas embarcaciones navegaron a la vista una de otra durante las últimas millas de la travesía. Las tripulaciones respectivas, en momentos de gran tensión ante la proximidad del objetivo ansiado, realizaron un postrer esfuerzo supremo por alcanzar en primera posición el puerto de la capital dominicana....

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ENVIADO ESPECIAL El catamarán francés Fleury Michon fue el vencedor de la Ruta del Descubrimiento al arribar al puerto de Santo Domingo a las 3.15 de hoy (hora de Madrid) Charante Maritime le secundó a unos tres minutos de diferencia. El rinal de la regata fue extremadamente competido, ya que ambas embarcaciones navegaron a la vista una de otra durante las últimas millas de la travesía. Las tripulaciones respectivas, en momentos de gran tensión ante la proximidad del objetivo ansiado, realizaron un postrer esfuerzo supremo por alcanzar en primera posición el puerto de la capital dominicana.

Las 48 horas siguientes a la corriente del viernes por la noche han sido de calma absoluta 1.100 millas (1.980 kilómetros) al oeste de las islas Canarias. Esta ausencia de viento no hace sino provocar los ya cansados ánimos en los barcos que aún se encuentran a medio camino de su travesía del océano Atlántico. En este punto los hombres de Colón también comenzaron a padecer incertidumbre ante el futuro que les aguardaba tras 12 días de navegación sin ver tierra. Por aquel entonces entraban en el mar de los Sargazos.Las tripulaciones recibieron por radio, el domingo por la noche, la comunicación de la llegada del Reury Michon a San Salvador. La oyeron con asombro, pero la incredulidad fue absoluta cuando echaron cuentas y vieron que había realizado una media de 12 nudos (21,6 kilómetros por hora), velocidad que ni siquiera algunos monocascos han logrado alcanzar con puntas de fuerte viento.

Los patrones piensan que esa media realizada por el catarnarán francés indica que ha sido capaz de navegar incluso en ocasiones a una velocidad mayor que la del propio viento, puesto que han predominado las encalmadas, y que, aprovechando los vientos atemporalados, ha tenido que alcanzar velocidades máximas por encima de los 40 nudos (72 kilómetros por hora), muy superiores a las que son capaces de alcanzar los buques más rápidos del mundo.

Todos estos cálculos resultan aún más sarcásticos cuando se está en mitad del océano Atlántico, atrapado por una calma que ha durado dos días.

Resulta humanamente lógico que, después de haber estado horas, días enteros, cambiando constantemente el trapo de los barcos y variando el rumbo para hacer frente con cierta prudencia al paso de los chubascos atemporalados, las tripulaciones de las regatas se amotinen interiormente.

Los ánimos están bajos. Ante la calma no cabe otra actitud que cruzarse de brazos y aprovechar para dormir o tomar en cubierta el sol, que en estas latitudes ya sí calienta, hasta la llegada de un nuevo chubasco que origine viento y, de nuevo, tener que hacer frente a las dificultades. Pero lo peor es que, navegando así, a intermitencias, parece que América nunca va a llegar.

Los Sargazos

Hace 492 años, en este mismo punto, el 16 de septiembre, los hombres de Colón también comenzaron a preocuparse: "Como encontraban el viaje largo y estaban muy alejados de puerto, empezaron a murmurar sobre la expedición y quienes los habían llevado a ese lugar". Pero el motivo de su procupación se producía porque se hallaban en el mar de los Sargazos. Porque, como recoge Las Casas en su Historia de las Indias, "cuando vieron gran abundancia de hierba por la proa, empezaron a temer que fueran rocas o tierra a la deriva; pero, cuando comprobaron que los navíos podían pasar sobre los lechos de hierba, se aliviaron, aunque no del todo".La tranquilidad relativa llegó a los hombres de Colón porque pensaron que la abundancia de hierba tenía que deberse a haber sido despegada de tierra, por lo que se deducía que esta tenía que encontrarse próxima.

Pero Colón no hizo saber sus pensamientos "porque la tierra firme estaba algo más adelante". Dejó que sus hombres disfrutaran de los aires templadísimos que encontraron de allí en adelante -"que es placer grande el gusto de las mañanas, que no falta sino oír ruiseñores, y es el tiempo como abril en Andalucía"- y olvidaron los "tramos de fuego" que habían caído en la mar la noche anterior y que habían causado alarma por creer que iban camino de un rumbo desgraciado.

Casi 500 años después, los participantes en la regata no ven en los meteoritos el anuncio de sus desgracias, pero no por ello dejan de lamentarse. Les queda el consuelo, como a los hombres de Colón, de disfrutar de esos aires tan templados, lo que, bien mirado, no es poco.

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