Crítica:El cine en la pequeña pantalla

Los límites de la ambigüedad

Mephisto es una película con muy buena prensa, avalada por multitud de premios, una obra culta que, además, parte de una excelente novela de Klaus Mann en la que la ficción remitía muy directamente a la realidad. Sin embargo, también entra dentro de lo posible que el espectador enterado considere que casi todo lo que ha leido sobre el filme tiene muy poco que ver con las imágenes que van a desfilar por la pequeña pantalla. Ese espectador no teme descubrir que la puesta en escena de Szabo, vacilante entre el academicismo y la histeria, es inadecuada, ya que ni consigue crear un ritmo int...

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Mephisto es una película con muy buena prensa, avalada por multitud de premios, una obra culta que, además, parte de una excelente novela de Klaus Mann en la que la ficción remitía muy directamente a la realidad. Sin embargo, también entra dentro de lo posible que el espectador enterado considere que casi todo lo que ha leido sobre el filme tiene muy poco que ver con las imágenes que van a desfilar por la pequeña pantalla. Ese espectador no teme descubrir que la puesta en escena de Szabo, vacilante entre el academicismo y la histeria, es inadecuada, ya que ni consigue crear un ritmo interno ni su gusto por el efectismo se adapta bien a las necesidades de la crónica; por otro lado, por el de la reconstrucción histórica, la sumisión a los clichés -el nazi joven, el burgués liberal, el artista necesitado de cariño y admiración, etcétera- reduce a cero la posibilidad de hacer existir de verdad los personajes. En tanto que retrato de un autor, Mephisto debiera transmitir la ambigüedad no sólo de su protagonista, sino de los textos o papeles que interpreta.Ese espectador que no se limita a interesarse por la historia, es decir, por la situación referida por Klaus Mann, no deja de sorprenderse ante una galería de celebridades que no olvidan pronunciar sus frases más conocidas. Así, no falta el ministro que afirma que cuando oigo la palabra cultura saco la pistola", ni los personajes que, cuando el embrollo guionístico es excesivo, aparecen para explicar verbalmente cuál es la situación y cómo debe interpretarse.

El conjunto es aburrido, aunque no faltan destellos que nos hacen adivinar la gran película que podría hacerse con el mismo argumento. Por ejemplo, en la memoria de ese espectador crítico, quedará la explicación de cómo puede invertirse el sentido de una obra de Shakespeare sin modificar el texto, o la pregunta sobre los límites del compromiso en un sistema político que dice fundarse en la negación de todas las transacciones, en el que los principios son rígidos y puros, en el que basta con aceptar una idea del poder para ser cómplice de las demás y es suficiente con cuestionar un detalle para que se crea que se duda de la solidez de todo el edificio.

Mephisto se emite hoy a las 22.10 por la segunda cadena.

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