27 martes

Tocar a Tàpies. Nos encontramos en una escalera y nos damos un abrazo. Luego entramos en su exposición. Tàpies tiene algo de abad de Monserrat laico y de paisano. La clínica le ha devuelto una como juvenilidad convaleciente. "Mira, Umbral, me he recuperado, sobre todo, pintando todo esto, trabajando". En su obra reciente (Manchón) hay velocidad y casi violencia. Una como respuesta de la creación a la enfermedad.

Las prostitutas os precederán en el reino de los cielos, de Martín Descalzo, con Elisa Montés, en el Espronceda. La "puta respetuosa" de mi querido José Luis cuenta en el escenario cómo fue la guerra: "Vosotros (los curas) lo llamabais Cruzada, pero yo lo llamo matanza". "Las monjas del hospicio eran peor que malas: eran tontas de baba. No me enseñaron a usar la cabeza, y por eso ahora tengo que usar otras cosas". "No sabían que con su formación me estaban preparando para esto" (el lenocinio). "Los pobres se mueren de hambre a la puerta de las iglesias". "Lo de ustedes (los clérigos) es la violencia sonriente". "Llevan veinte siglos traicionando a Cristo". "Ojos bajos, manos de monja y en cuanto pueden, te joden". Son sólo algunas frases de la comedia, tomadas al oído, como los números de la lotería. Pienso que mi querido cura castellano ha escrito esta función como catarsis moral y ordalía literaria, para situar su conciencia al margen de su oficio, para salvar en el cielo infernal de la verdad lo que aún pueda salvar del infierno sonriente de la mentira profesional, en cualquiera de las profesiones donde se trabaja con la mentira: periodismo, sacerdotado y así. Es el cura casi adolescente que conocí en los cincuenta vallisoletanos, cuando ambos comulgábamos en Neruda. Pero nuestro pueblo comienza a dar muestras de cansancio", denuncia el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Díaz Merchán. Y ese cansancio nace , al parecer, de "la excesiva politización de la enseñanza y la cultura, la familia y el sexo". (Nuestro pueblo) "tiene demasiada carga de utopías, que chocan con la prosa de la dura realidad". Objetémosle, en principio, al episcobispal, que las utopías también suelen estar escritas en prosa, desde los Evangelios hasta el Manifiesto comunista. La comedia de Martín Descalzo también está en prosa, monseñor. Quizá sólo usted habla en verso.

Carmen Garrigues me llevó de la mano al congreso de Roca. Cocacola libre y niñas bien/bian, así como de cuando la "zona nacional", pero con la verja abierta, que lo de Gibraltar está creando mucho mimetismo. Me lo decía ayer Miguel Juste, almorzando en Platerías: "USA, primera potencia material, se está convirtiendo en primera potencia espiritual". Pues eso. Que Roca es potencia material en Cataluña y potencia espiritual en Madrid. Se lo dijo Antonio Garrigues: "Tú eres Roca y sobre esta roca edificaré mi Iglesia". Ni el Evangelio está libre de los juegos de palabras. El congreso que digo (yo lo veía desde la barra del bar) es el último o primer esfuerzo de Roca por convertir su potencia espiritual en potencia material madrileña. Lo tiene crudo. Estas pequeñitas del pantalón con pinzas alegran la movida, pero sirven para poco en la "Revolución Conservadora". Son las Marianitas Pineda de la derecha, vestidas por Ágatha Ruiz de la Prada. Mi amiga Cristina Higueras, que hace un vodevil en el Fuencarral, también sale muy modernita. Y un viejo tronco se me quejaba: "Estamos haciendo el Congreso de la modernidad nos fallan los altavoces: ¿que coño de modernidad es ésta?". Salió un nicaragúense off/off guerrilla, muy en Castelar latinoché, y vació la plaza y llenó el bar. Alterno con las Rubio Sacristán. Me han puesto el pase del embajador de la Arabia Saudí. Y los conocimientos me miran raro. Hagamos sofemasa interior de este personal, una semana más tarde: ultras reconvertidos a Fraga, fraguistas reconvertidos al liberalismo, liberales reconvertidos a Azcárate, Azcárate reconvertido en sí mismo. Roca se monta esta apoteosis, pero luego no quiere bajar por la escalera de luces del revistón madrileño. Se reserva para Reina del Paralelo. Es la Bella Dorita del erotismo político de la revolución conservadora. En Barcelona manda y en Madrid se aparece.