Primera división: el Barcelona aumenta su ventaja como lider

El Barça suma en Elche su novena jornada invicto

JOSÉ MARIA SIRVENT ENVIADO ESPECIAL El Barcelona no falló ni en la jornada aplazada y ya son nueve los partidos que lleva el club azulgrana sin conocer la derrota. Ayer, en Elche, se limitó a cubrir el expediente, casi a realizar la ley del mínimo esfuerzo, pero le bastó para incrementar su cuenta de positivos y también la de negativos del conjunto ilicitano.

Antes de que Lamo Castillo más delgado pero con las mismas deficiencias técnicas de siempre, decretara el comienzo del encuentro, el nuevo estadio de Altabix olía a pólvora por las tracas que hicieron estallar los aficionados ilici...

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JOSÉ MARIA SIRVENT ENVIADO ESPECIAL El Barcelona no falló ni en la jornada aplazada y ya son nueve los partidos que lleva el club azulgrana sin conocer la derrota. Ayer, en Elche, se limitó a cubrir el expediente, casi a realizar la ley del mínimo esfuerzo, pero le bastó para incrementar su cuenta de positivos y también la de negativos del conjunto ilicitano.

Antes de que Lamo Castillo más delgado pero con las mismas deficiencias técnicas de siempre, decretara el comienzo del encuentro, el nuevo estadio de Altabix olía a pólvora por las tracas que hicieron estallar los aficionados ilicitanos. Y el Elche, quizá por mimetismo, fue también una traca que estalló en los oídos de los jugadores del Barça y llegó a atemorizarlos en algunos momentos. Un veterano peruano, ya en la treintena, se encargó de encender la mecha. Leguía, el artificiero de este Elche que casi parece una sucursal del Real Madrid, fue el hombre que movió a sus compañeros con un fútbol sencillo, al primer toque, que desconcertó al Barcelona. Leguía no corría, sólo lo hacía el balón al que acariciaba con mimo, como si estuviera en plena luna de miel con él. Ante tan bello espectáculo, nadie en el Barga se atrevió a interrumpir. Sólo Schuster podía rivalizar en sabiduría técnica con el peruano, pero ayer no tenía su día. El alemán, al que habían puesto entre algodones los servicios médicos por unas molestias en los músculos abductores, salió agarrotado, con miedo a romperse.

El Elche se asustó del papel que había interpretado durante los primeros 45 minutos y quiso pasar a un segundo plano, quizá para no irritar a su rival. Y el Barça tuvo que ser protagonista forzoso. Su pressing comenzó a funcionar, más por desidia y falta de fuerza de su rival que por convicción propia. Leguía ya no era el mismo de la primera mitad y el Elche se arrinconó en su portería a la espera del contraataque.

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