Tribuna:

Pan y queso

Se le había quemado un 18% del cuerpo y pensaba: "Bueno, ¿y qué?". Con el 82% restante tenía de sobras para seguir recordando y amontonando imágenes rotas en la penumbra de su casa fortificada. Pero los principales personajes del séquito no estaban de acuerdo; se sabían vigilados por la opinión pública y no querían ser acusados de negligencia el día de mañana. "¿El día de qué ... ?", preguntaba el anciano. "El día de mañana, divino Dalí", le contestaban. Y el pintor buscaba la palabra "mañana" en el fondo de sus relojes blandos. Pero no estaba.Sí queréis que me deje estudiar por curanderos y f...

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Se le había quemado un 18% del cuerpo y pensaba: "Bueno, ¿y qué?". Con el 82% restante tenía de sobras para seguir recordando y amontonando imágenes rotas en la penumbra de su casa fortificada. Pero los principales personajes del séquito no estaban de acuerdo; se sabían vigilados por la opinión pública y no querían ser acusados de negligencia el día de mañana. "¿El día de qué ... ?", preguntaba el anciano. "El día de mañana, divino Dalí", le contestaban. Y el pintor buscaba la palabra "mañana" en el fondo de sus relojes blandos. Pero no estaba.Sí queréis que me deje estudiar por curanderos y fisicos me tenéis que llevar a mi museo particular y exijo un bocadillo de pan con queso. Pan y queso. Pan y chocolate. Pan y fantasía. Síntesis de Luis de Baviera y de Wagner, sentado en el centro de su fundación, en el centro de su memoria y de la memoría de sí mismo, el divino Dalí se comía el pan con queso, probablemente de bola, queso de niños durante buena parte de este siglo, hasta que se inventó el queso en porciones que se parecía a las peladillas. Y cuando los personajes del séquito le recordaban la necesidad de partir porque la ciencia no esperaba y tenía un 18% de su cuerpo hecho un chicharrón, el divino Dalí exigió que en cuanto quedaran en paz con la ciencia y el qué dirán le retornaran a su castillo, donde crece el árbol del pan y de los quesos de bolas, frutos excesivos que los payeses han desdeñado durante siglos, en la creencia de que eran malignidades elaboradas con leche de teta de bruja.

Los que le recuerdan desautorizando al tribunal que juzgaba sus méritos académicos, o remitiendo a su padre una partida de semen a manera de devolución de préstamo fundamental, o quitándole la novia a De Chirico, Hans Arp y Paul Eluard, o vestido de buzo en cualquier vernissage de sus obras, o decorando los sueños de los personajes de Hitchcock, o con capítulo personal e intransferible en la Historia de la pintura, no le reconocen en este anciano que se quema y sobrevive gracias al pan y queso. Pero entenderían si acercaran la oreja a sus labios y le oyeran decir:, "Le cadavre exquis boira le vin nouveau".

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