Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

Carl Lewis, dispuesto a convertirse en el nuevo ídolo de Estados Unidos

ENVIADO ESPECIAL, Carl Lewis se convertirá, tras los Juegos, en una estrella como Michael Jackson. El atleta estadounidense fue presentado ayer a la Prensa mundial, en una conferencia en la que el tono edulcorado de la misma sólo fue roto por su apoderado cuando reveló las intenciones que existen respecto a su futuro. Lewis desmintió que haya recibido ya un millón de dólares por un contrato publicitario y, sumido en el espíritu chovinista que vive su país en estos momentos de gran triunfo deportivo, aseguró que el éxito sólo lo desea porque piensa en su patria. "Poseo un talento ex traordinari...

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ENVIADO ESPECIAL, Carl Lewis se convertirá, tras los Juegos, en una estrella como Michael Jackson. El atleta estadounidense fue presentado ayer a la Prensa mundial, en una conferencia en la que el tono edulcorado de la misma sólo fue roto por su apoderado cuando reveló las intenciones que existen respecto a su futuro. Lewis desmintió que haya recibido ya un millón de dólares por un contrato publicitario y, sumido en el espíritu chovinista que vive su país en estos momentos de gran triunfo deportivo, aseguró que el éxito sólo lo desea porque piensa en su patria. "Poseo un talento ex traordinario", dijo, para añadir segundos después: "Obtendré el oro por mi país, por la gloria y por Dios". Con el inicio hoy del atletismo se abre la era Lewis. Es la máxima esperanza de los EE UU.

Tom Bradley, alcalde de Los Angeles, ha pedido a sus ciudadanos que reciban a los visitantes con una sonrisa: los negros y los chicanos cumplen el encargo a satisfacción. La segunda consigna de los Juegos es olvidar a los ausentes: los medios de comunicación estadounidenses la cumplen a rajatabla.

El-país está bajo una ola de chovinismo que lo invade Y la ciudad sede colabora eficazmente a hacer de los espectáculos deportivos un éxito. La nota destacada de las competiciones es, junto al triunfo de los atletas norteamericanos, el entusiasmo con que los espectadores acuden a presenciar incluso el fútbol. Carl Lewis, la probable estrella de los Juegos, atizó ayer el fuego de la americomanía.

Carl Lewis ha abandonado la Universidad del Sur de California, la villa olímpica en la que se encuentra su equipo, porque prefiere concentrarse a solas. "Allí pierdes la concentración a diario". Ayer compareció ante la Prensa acompañado de sus padres y su apoderado. Mamá Lewis se siente feliz por haber dado al mundo un atleta como Carl. Para mamá Lewis el alumbramiento de un atleta de esta categoría ha sido lo más importante que ha hecho en su vida. Carl afirma que no ha tenido que prescindir de nada para dedicarse al atletismo, porque lo ha compartido con la otra cosa que más le gustaba; la escuela. Carl sueña con emular a Jesse Owens pero no se consideraría un fracasado si no obtuviera el mismo número de medallas.

"Soy un muchacho feliz, muy feliz, entusiasmado por el atletismo", contó Lewis, mientras su, madre le miraba con ojos de admiradora. "No me falta nada, entre otras razones, porque el atletismo es la esencia de todo. Por supuesto", añadió, "tengo otras pasiones, como, por ejemplo, los coches, el tiro, las artes y, en este sentido, me entusiasman las vajillas de plata y la cristaleria".

Es consciente de que le quedan muchos años de actividad y alardeando de su juventud apunta que "es seguro que competiré, al menos, hasta los Juegos Olímpicos de Seúl, en 1988. Pero no pienso en las victorias que puedo conquistar, después de todo, los récords llegarán con el tiempo". Los periodistas parecían ansiosos de preguntar, llevaban varios meses sin poder contactar con él. Pero Lewis fue muy hábil, intentando responder con cautela a determinados temas.

No le importa el dinero

Por ejemplo, el dinero. Carl negó haber recibido un millón de dólares (algo más de 60 millones de pesetas) por un contrato publicitario y afirmó que el dinero, en último caso, es lo que menos le importa. "Todavía soy aficionado, aún no me ha llegado la posibilidad de ganar millones de dólares". Por su puesto, dijo dólares". A Lewis le preocupa triunfar para poder ofrecer el éxito la su patria, que es lo más importte en estos momentos. Carl manifestó públicamente, y sin recato, que se considera un hombre inteligente.

La conferencia de prensa estuvo llena de fervor religioso-patriótico. El apoderado, al final, puso las cosas en su sitio al afirmar que, tras los Juegos, se hará con Carl un lanzamiento similar al de Michael Jackson. A Lewis, además de la gloria deportiva, le aguardan los grandes negocios. Él Ia estrella, el as, el campeón, se limitó a decir que su futuro está en el atletismo. "Creo que mi futuro lo orientaré hacia las carreras de vallas. Creo que si, voy a pasarme a las vallas".

Existe ya muy pocas cosas de este hombre que la gente desconozca. Es difícil que, alguien ignore que este muchacho, que empezó saltando en el jardín de su casa, intenta emular al legendario Jesse Owens en estos Juegos. Como Owens, Carl quiere lograr el oro en los 100 y 200 metros lisos, longitud y 4x100. Para sus perspectivas de oro, Lewis tiene a su favor que. en los 100 y 200 metros no competirá el hombre más rápido del mundo, Calvin Smith, por la extraña forma de selección que ha tenido el equipo norteamericano.

El oro de longitud y el de los relevos, prueba que dominan los americanos, lo tiene prácticamente asegurado. Todavía hay quien recuerda aquel día del verano pasado, en Helsinki. Carl renunció al primer salto en la prueba de longitud, para correr la semifinal del relevo, corrió como un demonio, se trasladó al foso, saltó 8,55 metros, luego 8,42. Ya tenía bastante para adjudicarse el oro. Había saltado, en pocos minutos, 26 y 42 centímetros más que sus compatriotas Grimes y Colney.

Cumplida su misión en el foso, volvió al relevo para participar en la final y realizar, junto a sus compañeros King, Gault y Smith, la carrera más rápida que jamás se haya hecho en el mundo, con 37.86 en los 4x100.

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