España resistió a duras penas la presión de Hungría

ENVIADO ESPECIALCuentan los habitantes de Budapest que la ciudad se convierte en un enjambre de atascos en las, horas punta. En esos momentos, los húngaros, enclaustrados en sus coches de juguete -los chaikas soviéticos, esos grandes coches negros llenos de embellecedores plateados, están reservados para las autoridades-, se rompen la cabeza pensando cuál de los seis puentes que cruzan el Danubio y unen las dos ciudades, Buda y Pest, tendrá menos tráfico. Casi siempre aciertan, pues están acostumbrados. Anoche, Arconada era Buda; el resto del terreno, Pest. También aquí estaba la Ciudad...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

ENVIADO ESPECIALCuentan los habitantes de Budapest que la ciudad se convierte en un enjambre de atascos en las, horas punta. En esos momentos, los húngaros, enclaustrados en sus coches de juguete -los chaikas soviéticos, esos grandes coches negros llenos de embellecedores plateados, están reservados para las autoridades-, se rompen la cabeza pensando cuál de los seis puentes que cruzan el Danubio y unen las dos ciudades, Buda y Pest, tendrá menos tráfico. Casi siempre aciertan, pues están acostumbrados. Anoche, Arconada era Buda; el resto del terreno, Pest. También aquí estaba la Ciudadela de los Pescadores (antigua muralla del pueblo de Buda), integrada, en muchas ocasiones, por casi todo el cuadro español.

Hungría lo intentó por todos los medios. Pero España, que consiguió ventaja pronto, defendió su suerte (el empate) con más fortuna que orden, con más fuerza que tranquilidad. Y los húngaros encontraron atascos por todas partes. Y, cuando no, en el último minuto, fue el larguero el que salvó un cabezazo de Nagy.

Durante los primeros 45 minutos, cuando España contó con su equipo titular, el cuadro de Miguel Muñoz puso en funcionamiento el sistema de los últimos partidos, esta vez mucho más conservador al presionar seriamente los húngaros sobre el centro del campo y la defensa española, con lo que Señor y Gordillo tuvieron serias dificultades para ganar sus bandas y contragolpear con peligro. Pero España llegó en tres ocasiones ante el portal de Disztl. Consiguió gol en la primera, falló Rincón estrepitosamente en la segunda y Kardos noqueó a Santillana, que ya se quedaba solo, en la tercera. Pese a que Arconada abroncó en varias ocasiones a sus defensas, éstos se emplearon con orden durante ese primer período y, lo que es más importante, supieron sacar el balón de sus dominios favoreciendo, si no el contragolpe, él control del juego.

La entrada de Francisco y Carrasco, en el segundo tiempo, acompañada de una salida en tromba de los húngaros, con tres puntas suicidas (Bodonyi, Kiss y Hajszan), varió totalmente el planteamiento del partido. Esa salida de los húngaros propició el gol del empate y dio inicio a un acoso continuado. España dejó de ser peligrosa en el contragolpe -la salida de Sarabia dio más tranquilidad al juego español, pero no aumentó su peligrosidad- y se dispuso a defender el empate como pudo. Algunos jugadores, como Camacho (que persiguió a Meszaros por toda la delantera húngara) y Señor, per dieron sus tradicionales posiciones, lo que, sobre todo por la, banda derecha, propició la entrada de Sallai, que protagonizó centros de gran peligrosidad, siempre bien resueltos por las dos torres españolas (Maceda y Goiko) y Arconada.

Si en Ginebra, con la inocencia suiza, pudo practicarse a placer el juego ofensivo, anoche, en Budapest, hubo necesidad de colocar a casi todo el equipo en defensa, lo que pone en su justo lugar aquel 0-4. Ha sido éste un juego escaso en calidad, pero interesante en cuanto a la presión con la que se ha disputado.

Rincón, al quirófano

Los españoles pagaron su conquista del empate: Gallego, Sarabia y Santillana están tocados y Rincón será operado el lunes de osteopatía de pubis, por lo que causa baja para la fase final de la Eurocopa.

Archivado En