Crítica:El cine en la pequeña pantalla

El otoño de una leona

La película de 1968 El león de invierno dirigida por Anthony Hárvey, es una producción ricachona que transcurre en la Inglaterra del siglo XII, durante el reinado de Enrique II.El aderezo fundamental del filme está en su reparto, en el que hay actores secundarios capaces de atestar con su sola presencia una secuencia, por mediocre que sea. Por ejemplo, Anthony Hopkins, excepcional actor teatral que, aunque no se prodiga en el cine cuando asoma en la pantalla ésta echa chispas.

El plato fuerte de El león en invierno -en realidad todo el guiso es un juego de sucesivas...

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La película de 1968 El león de invierno dirigida por Anthony Hárvey, es una producción ricachona que transcurre en la Inglaterra del siglo XII, durante el reinado de Enrique II.El aderezo fundamental del filme está en su reparto, en el que hay actores secundarios capaces de atestar con su sola presencia una secuencia, por mediocre que sea. Por ejemplo, Anthony Hopkins, excepcional actor teatral que, aunque no se prodiga en el cine cuando asoma en la pantalla ésta echa chispas.

El plato fuerte de El león en invierno -en realidad todo el guiso es un juego de sucesivas combinaciones de este omnipresente tú a tú, jalonadas por algún solo de ambos- es el enfrentamiento de dos monstruos del cine como son el irlandés. Peter O'Toole y la norteamericana Katharine Hepbúrn. El duelo -qué remedio- es desigual porqué, siendo ambos dos consumados jugadores de la gesticulación e incluso del exceso de gesticulación, O'Toole es bastante tahúr en este juego, mientras que a la Hepburn no le hace falta hacer trampas para dejar en cueros a su oponente.

El león O'Toole es una experta fiera de laboratorio, mientras que la leona Hepburn es todo un zoológico resumido en un rostro que puede sér de gacela o de dinosaurio, pasando por todas las especies intermedias, segun quiera y le convenga. El duelo es, por ello, desigual. Así como en En el estanque dorado el match entre Katharine Hepburn y el fallecido Henry Fonda tenía sentido -pese a que la película era buena- gracias a que entre ellos era posible un auténtico diálogo, una auténtica de estímulos y réplicas, en El león en invierno, en cambio, no hay diálogo profundo ni puede haberlo.

La razón es sencilla, ya que actor y actriz actúan, en registros muy diferentes y su contrapunto a veces chirría. O'Toole es actor de una sola cuerda. Esta cuerda está muy bien afinada, sobre todo en sentido técnico, pero al no tener otra, abusa de ella y -qué remedio- acaba repitiéndose. Katharine Hepbum, por el contrario, es una actriz de muchos, muy variados, muy ricos, y muy perfectos registros, razón por la cual jamás cansa, y aunque como es este a caso le encarguen embolados monocordes, ella se las arregla para darles variedad, sentido de la mutación, vida y transfiguración. No es posible hacer dialogar al mutante Prometeo con un mascarón de proa. La riqueza gestual de la actriz no tiene en O'Toole otra réplica que una colección de muecas.

La película da gato por liebre, pero tiene buena pátina de producción y entretiene. Por otra parte está la presencia de Katie Hepburn, y esto le echa, salitre a cualquier sosería. El otoño de la eminente actriz es una primavera, mientras el veraniego O'Toole inverna en su inteligente y monocorde crisálida.

El león en invierno se emite hoy a las 23.00 por la primera cadena.

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