Una réplica salpicada de divergencias

La historia de las relaciones entre Alianza Popular (AP) y el Partido Demócrata Popular (PDP) desde que ambos partidos se integraron en la Coalición Popular está salpicada de divergencias de distinto grado. Ya inmediatamente después de la celebración de las elecciones legislativas de octubre de 1982, poco después de haberse constituido la coalición, el acuerdo suscrito entre ambos partidos estuvo al borde de la ruptura, cuando los aliancistas excluyeron unilateralmente de las listas electorales a varios dirigentes democristianos. Desde entonces, el camino del entendimiento entre ambas formacio...

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La historia de las relaciones entre Alianza Popular (AP) y el Partido Demócrata Popular (PDP) desde que ambos partidos se integraron en la Coalición Popular está salpicada de divergencias de distinto grado. Ya inmediatamente después de la celebración de las elecciones legislativas de octubre de 1982, poco después de haberse constituido la coalición, el acuerdo suscrito entre ambos partidos estuvo al borde de la ruptura, cuando los aliancistas excluyeron unilateralmente de las listas electorales a varios dirigentes democristianos. Desde entonces, el camino del entendimiento entre ambas formaciones ha sido difícil, y nada permite augurar que las cosas vayan a mejorar en el futuro.Los distintos criterios sobre determinados aspectos legislativos -fundamentalmente, los proyectos de ley de Libertad Sindical y de Reforma de la Función Pública- han hecho que la vida parlamentaria del Grupo Popular haya sufrido constantes altibajos, agravados por acusaciones mutuas entre los rectores de la mayoría aliancista y los del subgrupo democristiano, en el sentido de que sus respectivos diputados practican un habitual absentismo.

Sin embargo, fue a raíz de las elecciones catalanas cuando las tensiones alcanzaron su punto máximo. Ya antes, con motivo de la preparación de las elecciones autonómicas vascas, se hizo perceptible la irritación en AP, motivada por la negativa del PDP a que el secretario general democristiano, Julen Guimón, encabezase la candidatura popular a lendakari.

Luego los malos resultados en Cataluña desataron acusaciones entre ambas partes, en las que el miembro del PDP Juan José Folchi llevó la voz cantante. Desde entonces, los ataques han proliferado, aunque siempre manteniéndose en un ámbito privado. Los recelos en AP parecen haber aumentado desde que el PDP fue admitido, hace dos semanas, en la Unión Europea Democristiana.

La raíz inmediata de todas las desavenencias hay que buscarla en el "desacuerdo de fondo" -en frase de un miembro del partido de Alzaga- evidenciado en la última reunión del comité de coordinación de la coalición, celebrado en Sigüenza hace varios meses. Allí, el dirigente parlamentario y miembro histórico de AP José María Ruiz Gallardón llegó a proponer una unificación de todos los partidos de la coalición en una suerte de confederación, idea enérgicamente rechazada por los democristianos, que desde entonces insisten en la idea de centrar la coalición, restando protagonismo a AP.

Nadie sabe a ciencia cierta, según admiten en privado, ambas partes, si las próximas elecciones autonómicas, las gallegas, se afrontarán conjuntamente.

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