Una canasta de Epi evitó la derrota de España ante Grecia

ENVIADO ESPECIALEspaña regresé a los orígenes que la encumbraron por Europa, es decir, a la victoria taquicárdica en el último segundo. Naturalmente, la última canasta, la decisiva, fue de Epi, a quien hubo que recurrir urgentemente para que la situación no alcanzara límites incontrolables. Grecia fue algo más que su estrella Galis; fue un duro conjunto que, efectivamente, actuó en estado de gracia durante muchos minutos con unos porcentajes de acierto muy superiores a lo normal. La mayor experiencia de los internacionales españoles decidió el partido en los últimos tres minutos. Aun así, un p...

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ENVIADO ESPECIALEspaña regresé a los orígenes que la encumbraron por Europa, es decir, a la victoria taquicárdica en el último segundo. Naturalmente, la última canasta, la decisiva, fue de Epi, a quien hubo que recurrir urgentemente para que la situación no alcanzara límites incontrolables. Grecia fue algo más que su estrella Galis; fue un duro conjunto que, efectivamente, actuó en estado de gracia durante muchos minutos con unos porcentajes de acierto muy superiores a lo normal. La mayor experiencia de los internacionales españoles decidió el partido en los últimos tres minutos. Aun así, un pase a traición de Martín pudo provocar la catástrofe. España comienza con dos puntos la Liga final del preolímpico.

No se esperaba que Grecia iniciara un despegue tan arrollador en los primeros minutos y mucho menos que su dominio se alargara hasta los últimos momentos. Si cuando una extraordinaria serie de acciones de Galis supuso un 20- 10 en contra y el equipo e spañol no logró sancionar esta osadía con prontitud y energia, es que la situación no era meramente anecdótica. Cinco minutos después del primer aviso, los griegos dominaban por 16-28. La réplica del conjunto español no llegó. Entonces, todos adquirieron conciencia de que era un partido difícil y, a pesar de algunos contraataques, al descanso se llegó con justa ventaja griega (46-52).

España no funcionó en defensa porque no pudo cerrar el paso a la canasta mas que en momentos intermitentes. Iturriaga sufrió con Galis y el buen control del equipo griego impidió que se les pudiera someter a la famosa carga de los españoles en defensa. No hubo, pues, ni robos de balón ni, por tanto, posibilidades de iniciar contraataques. Si España se ha preparado para de pender en su juego de estas dos circunstancias, se encontró de golpe con que Grecia obligó a discurrir de otra manera y, en cierto modo, con improvisación El resultado lógico fue que, al menos en la primera parte y algunos minutos de la segunda, se recurrió a Epi como vía de escape. Epi, lógicamente, salvó la situación.

Sólo mediada la segunda parte, España pudo alcanzar su primera ventaja (70-68 a falta de nueve minutos). A partir de ahí, todo el esfuerzo se centró en controlar a los griegos. España decidió dejarlo todo ara los últimos segundos, echar mano de la experiencia y dejar piara los griegos la terrible sensación de que tanto acierto podía resultar inútil porque la lógica se iba a imponer. Eso produce un estado de rabia contenida, cercano a la desesperación y provoca cierto descontrol. Efectivamente, Giarmakis, el base, un jugador que había acertado implacablementé todos sus lanzamientos en la segunda parte falló dos tiros libres. Corbalán sacéisus puños en señal de victoria y Galis tiró la toalla al graderío. A, falta de 30 segundos, España ganaba por 90-87 y Grecia iniciaba su ataque. No pasó nada aunque Martín le entregara en rnano un balón a Galis.

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