Crítica:Suecia ganó el festival de EurovisiónVISTO / OÍDO

Desfile de malas canciones

Con similares valores que las otras canciones -todas eran igualmente malas-, Suecia ganó el 29º Festival de Eurovisión, quedando España relegada al tercer puesto con esa vergonzante parodia de la Doña Rosita lorquiana que es la canción del grupo Bravo, en una noche de aburridas resonancias, sólo animada por los distanciados y sangrantes comentarios de José Miguel Ullán.Si algún telespectador de corazón débil, angustiado por la autonómica final del campeonato de Copa que se retransmitía por la otra cadena, hubiera cambiado de canal y se hubiera encontrado con esa ineficaz y provinciana d...

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Con similares valores que las otras canciones -todas eran igualmente malas-, Suecia ganó el 29º Festival de Eurovisión, quedando España relegada al tercer puesto con esa vergonzante parodia de la Doña Rosita lorquiana que es la canción del grupo Bravo, en una noche de aburridas resonancias, sólo animada por los distanciados y sangrantes comentarios de José Miguel Ullán.Si algún telespectador de corazón débil, angustiado por la autonómica final del campeonato de Copa que se retransmitía por la otra cadena, hubiera cambiado de canal y se hubiera encontrado con esa ineficaz y provinciana de macrosalto a la fama que es Eurovisión, podría haber pensado, así de repente, que se trataba de varias cosas: un pase prêt-à-porter de primavera-verano, un anuncio de dentífrico con destello dental incluido o una ingenua clase de gimnasia rítmica.

Poco hay que decir de las canciones. Sólo constatar que para la mala música no hay tiempos ni fronteras. Tan inaguantable era la canción sueca como la finlandesa, la turca, la española, la inglesa o cualquier otra. Tan vacíos, impersonales, falsos y convencionales suenan los temas compuestos por ese patrón intercambiable que se supone ha de dar buenos resultados en festivales de este tipo. Cualquier pícara cantante del Plata zaragozano, El Molino barcelonés o el eximio Teatro Chino de Manolita Chen tiene más gracia.

Sólo dos excepciones a tanta calamidad: la sobriedad de la canción correctamente construida que interpretó María Guinot, la representante portuguesa, y el tema italiano cantado por Alicia y Franco Batiato, que, aunque no se encuentre entre lo mejor del apreciable cantante siciliano están a años luz del resto de las canciones participantes.

La pregunta es ¿a quién beneficia este caduco carnaval? A los cantantes, poco -son escasos los que han conseguido lanzarse desde él que no hubieran podido hacerlo por otros caminos-; a los países que intervienen, desde luego no. A la canción como género artístico, menos aún y a las televisiones organizadoras apenas les sirve para rellenar la programación. ¿Por qué entonces mantenerlo? Para finalizar, felicitar a Televisión Española por haber programado el festival en la segunda cadena.

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