Crítica:El cine en la pequeña pantalla

La exótica Conchita Montenegro

Alta, de rostro anguloso, mirada fría, y una sonrisa a medio camino entre la mujer fatal y la esposa fiel, Conchita Montenegro fue uno de los raros lujos del cine español. No tanto porque se tratara de una actriz de matices sorprendentes sino porque su propio porte rompía el esquema establecido por las folklóricas cuando cantaban las delicias de la autarquía o el de las insignes patriotas que defendían el recinto patrio con sacrificios de amor.Conchita Montenegro, aun sin grandes registros dramáticos, aportó a la aburrida mediocridad del cine de posguerra cierta sofisticación extranjerizante q...

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Alta, de rostro anguloso, mirada fría, y una sonrisa a medio camino entre la mujer fatal y la esposa fiel, Conchita Montenegro fue uno de los raros lujos del cine español. No tanto porque se tratara de una actriz de matices sorprendentes sino porque su propio porte rompía el esquema establecido por las folklóricas cuando cantaban las delicias de la autarquía o el de las insignes patriotas que defendían el recinto patrio con sacrificios de amor.Conchita Montenegro, aun sin grandes registros dramáticos, aportó a la aburrida mediocridad del cine de posguerra cierta sofisticación extranjerizante que, curiosamente, no fue mal vista por la industria más racial. De hecho, había actuado, y con éxito, en Hollywood y Francia, dirigida, entre otros, por Jacques de Baroncelli, Robert Siodmak, Ramón Novarro, W. S. van Dyke y Jacques Becker. En la mayoría de sus películas lució sus dotes de bailarina que, aunque tampoco fueran extraordinarias, suponían otro elemento insólito.

Su experiencia, como la de Jorge Rigaud, con quien compartió el reparto de La vie parisienne, de Siodmak, se puso al servicio de filmes españoles de inspiración menor, aunque alguno de ellos, como Lola Montes, de Antonio Román, sobresaliera del conjunto de su filmografía; ésta, y no Ídolos, debía ser la película que la recordara ahora en La noche del cine español.

Porque Ídolos, que Florián Rey dirigió en 1943, puede que sea una película con ciertas curiosidades (Ismael Merlo vestido de torero), pero no está, ni mucho menos, entre las películas más destacadas del director.

Probablemente Ídolos invite hoy a la sonrisa, muy especialmente por sus diálogos, de cierta pretenciosidad literaria, pero también por el embrollo amoroso que relata entre una estrella de la pantalla (Clara Bell, que interpreta Conchita Montenegro), y un torero celoso, al que da vida Ismael Merlo. En el centro, otros personajes que agitan la historieta hasta que la boda cierra el mínimo conflicto.

Ídolos se emite hoy a las 22.25 por la segunda cadena.

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