Tribuna:

Mundo, mundo

Tiene razón don Sebastián, tiene muchísima razón cuando denuncia la ola de materialismo que nos invade, y pone como ejemplo el mismísimo sentir religioso, impregnado de mundanalidad. Los sacerdotes se quejan de que no tienen quien les diga: "Ave María purísima", por lo que se ven imposibilitados de contestar: "Sin pecado concebida . Incluso los creyentes, o no se confiesan o se confiesan poco, y, aunque no haya estadísticas fiables, se sospecha que hacen de la penitencia tanto caso como Carolina de Mónaco de su condición de princesa.A los creyentes les interesa por encima de todo la proyección...

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Tiene razón don Sebastián, tiene muchísima razón cuando denuncia la ola de materialismo que nos invade, y pone como ejemplo el mismísimo sentir religioso, impregnado de mundanalidad. Los sacerdotes se quejan de que no tienen quien les diga: "Ave María purísima", por lo que se ven imposibilitados de contestar: "Sin pecado concebida . Incluso los creyentes, o no se confiesan o se confiesan poco, y, aunque no haya estadísticas fiables, se sospecha que hacen de la penitencia tanto caso como Carolina de Mónaco de su condición de princesa.A los creyentes les interesa por encima de todo la proyección mundana de sus creencias. Incluso en los dos más importantes focos de religiosidad detectables, no sin sorpresa, a fines del milenio de las luces, el reino perseguido es de este mundo. Tanto para el católico polaco como para el iraní islámico, su fervor es una inversión en la correlación de fuerzas que mueven la historia. La virgen polaca es una real alternativa de poder al secretario general del partido comunista, y en el Irán, Alá es el dios de los colonizados contra el dios de los imperialistas. Y ya dentro del cogollo cristiano de Occidente, la crisis de vocaciones sacerdotales y la elativizacíón del sentimiento de culpa son síntomas de mundanalidad: la juventud actual prefiere el paro al sacerdocio y los creyentes experimentan la tendencia irrefrenable de convertir los pecados mortales en veniales y los veniales en defectos intrascendentes, lógicos de la humana condición.

En vano Reagan invoca su contribución a los valores religiosos para reclamar votos. Aun de conseguirlos, le votarán creyentes que, sobre todo, creen en él como reductor de impuestos o como gerente de una industria de guerra colosal que crea riqueza en USA y confianza o terror en las provincias. No quisiera ser más pesimista que los doctores de la Iglesia sobre el sentido de la espiritualidad realmente existente. Yo veo a los creyentes muy interesados, en el sentido material e histórico del adjetivo, y a los no creyentes, demasiado desinteresados. Pero puede ser un error de óptica, perspectiva o intención. Casi un pecado.

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