Crítica:El cine en la pequeña pantalla

'Campeones', juventud sana, vejez patética

El director coruñés Ramón Torrado, que inició su carrera cinematográfica con Campeones, en 1942, insistió con frecuencia a lo largo de su obra en la alegría de los ambientes juveniles de la época. Su película más famosa, Botón de ancla, que filmaría en 1947, fue, en este sentido, la cima de su planteamiento. Así lo recordaba, al menos, años más tarde, cuando casi iba a cumplir los 80: "Aquélla fue una juventud alegre, con una simpatía que ya no existe. Quizá se perdió por culpa de los hippies, que lo cambiaron todo; pero antes era otra cosa, incluso en los rodajes, donde h...

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El director coruñés Ramón Torrado, que inició su carrera cinematográfica con Campeones, en 1942, insistió con frecuencia a lo largo de su obra en la alegría de los ambientes juveniles de la época. Su película más famosa, Botón de ancla, que filmaría en 1947, fue, en este sentido, la cima de su planteamiento. Así lo recordaba, al menos, años más tarde, cuando casi iba a cumplir los 80: "Aquélla fue una juventud alegre, con una simpatía que ya no existe. Quizá se perdió por culpa de los hippies, que lo cambiaron todo; pero antes era otra cosa, incluso en los rodajes, donde había un compañerismo y una alegría inolvidables".Campeones, efectivamente, se basaba en la simpatía de sus personajes, aunque alguno de ellos quisiera fastidiar a otro para conseguir que en el campo de fútbol brillaran sólo sus amigos, pero la resolución del conflicto llegaba entre sonrisas, comprobando que en España todos eran felices. Qué más demostración que recurrir al mundo del deporte y mostrar en la pantalla lo majos y alegres que eran los futbolistas del momento. Zamora, Gorostiza, Quincoces y Polo no sólo jugaban al fútbol, sino que incluso cantaban ajenos a cualquier problema. Por esta razón, la película gustó mucho, sobre todo en los barrios -según cuenta Méndez Leite von Hafe en su Historia del cine español-, y dio pie para que años después se conectara de nuevo con el mundo del fútbol (Saeta rubia, Once pares de botas, El fenómeno, Las chicas de la Cruz Roja ... ), incluso para divulgar consignas políticas de tal tendenciosidad que hoy provocan sonrojo: Los ases buscan la paz, por ejemplo, donde se argumenta ba el exilio del húngaro Ladislao Kubala.

La bonhomía de Campeones tuvo, sin embargo, en la vida real otros adjetivos. Fue Manuel Summers, en su espléndida película Juguetes rotos (1966), injustamente fracasada, quien recuperó de nuevo la figura de Guillermo Gorostiza, feliz as del balón en su juventud y esporádico actor de cine, pero entonces, en su vejez, olvidado en un asilo, sin amigos ni dinero, ya enfermo de muerte. Gorostiza se quejaba de haber sido lanzado a la miseria cuando sus piernas dejaron de fabricar millones y evasión, mientras Summers iba contrastando su patética figura actual con las juveniles imágenes de Campeones, y el espectador sentía de nuevo ese impotente nudo de la adolescencia por el que se quisiera volver atrás y poner el mundo anterior al derecho. Gorostiza murió poco antes del estreno de Juguetes rotos, y su ausencia prolongó el desesperanzado efecto del filme.

Alegría pasajera

Cuantos intervinieron en Campeones habían sido también olvidados. La suya fue, pues, una alegría pasajera: no era de verdad, aunque ellos no mintieran. "Fui honesto", me contaba Ramón Torrado. "Yo hice nús películas sin malicia alguna. Traté de contarlas lo más sencillamente posible para que las entendiera toda clase de público".No fue famoso el cine de Ramón Torrado ni por su inventiva ni por su capacidad de renovación. Tampoco se lo propuso. El único reproche que confesaba hacerse era el de no haber cuidado a veces un poco más sus películas. "Muchas veces fue por falta de dinero. Luché mucho contra que los presupuestos fueran tan cortos, pero nada más puedo reprocharme. Estoy encantado de haber hecho estas películas".

La carrera de Torrado por entre estos títulos juveniles (a Botón de ancla añadió, ya sin fortuna, La trinca del aire) continué con otros folkóricos (Debla, la virgen gitana, La estrella de Sierra Morena, Malvaloca, Suspiros de Triana ... ), cine religioso y alta comedia, hasta que, finalmente, en aquellos espagueti western firmó con el seudónimo de Raymond Torrad. En los cuarenta, cuando comenzó su carrera, no se hacían, ciertamente, películas medias de mucha mayor calidad que las suyas. Sin embargo, algunos apuntes de otros directores refrescaron la memoria del espectador, advirtiéndole de que el cine también podía ser imaginativo. De una de esas raras películas, Intriga, de Antonio R mán (1942), se ofrecen algunos fragmentos en el programa La noche del cine español de hoy. ¡Lásti ma no poder mostrar la película completa!

Campeones se emite hoy, a las 20.30 horas, por la segunda cadena.

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