Oscar Wilde en 'La comedia', un raro sabor de fiesta

"Es exquisitamente trivial; una burbuja de fantasía; y tiene su filosofía". Así describía Oscar Wilde su comedia La importancia de llamarse Ernesto en vísperas de su estreno. Por cierto que Wilde jamás pensó que llamarse Ernesto pudiera tener una importancia especial: era un simple juego con el nombre del protagonista y la palabra inglesa Earnest: serio, formal.Cuando le preguntaban cuál era la filosofía introducida en la obra, contestaba: "En esta obra se tratan todas las cosas triviales de la vida con seriedad y todas las cosas serias con una trivialidad sincera y estudiada". La críti...

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"Es exquisitamente trivial; una burbuja de fantasía; y tiene su filosofía". Así describía Oscar Wilde su comedia La importancia de llamarse Ernesto en vísperas de su estreno. Por cierto que Wilde jamás pensó que llamarse Ernesto pudiera tener una importancia especial: era un simple juego con el nombre del protagonista y la palabra inglesa Earnest: serio, formal.Cuando le preguntaban cuál era la filosofía introducida en la obra, contestaba: "En esta obra se tratan todas las cosas triviales de la vida con seriedad y todas las cosas serias con una trivialidad sincera y estudiada". La crítica iba a fijarse más en la parte divertida de la obra. En The Pall Mall Gazette había un crítico joven que decía: "Para el crítico de teatro, que lleva una vida triste, la obra tiene un raro sabor de fiesta...": su nombre era H. G. Wells y llegaría a ser un clásico de la literatura inglesa y universal. Otro crítico, en cambio, se decepcionó: se había reído, sí, pero sin mas: no había encontrado ninguna emoción, y tenía la sensación "de haber perdido la noche". Era George B. Shaw.

El biógrafo de Wilde que contó todo esto, Hesketh Parson, explicaba que el autor sólo escribía en verano, porque durante la temporada elegante de Londres no tenía tiempo. La mayor parte de sus obras las escribió en vacaciones: La importancia... la hizo velozmente en Worthing, entre baños de mar y ejercicios de remo, con una facilidad de la que él mismo se burlaba, con la petulancia y el esnobismo que años más tarde pesarían tanto en su tragedia personal. Cuando el primer actor y director le pidió que suprimiera una escena, contestó: "Esa escena que le parece a usted superflua me ha costado mucho trabajo, y me ha destrozado los nervios. No lo creerá usted, pero le juro por mi honor que me ha costado cinco minutos enteros escribirla".

La importancia ha quedado como un modelo de comedias. Ha pasado por todos los escenarios y por todos los idiomas. Mantiene esa condición de modelo 90 años después de su estreno (14 de febrero de 1895, en el St. James Theatre). Encierra, sin embargo, dificultades enormes de interpretación, mayores a medida que nos alejarnos de su tiempo, de sus costumbres y del medio teatral para el que estaba inventada. La imitación de la sociedad inglesa por actores actuales y lejanos a las maneras que tanto defendía Wilde puede llegar a ser una insensata locura capaz de poner los pelos de punta a cualquier espectador, unida al dolor de escuchar una traducción que difícilmente pueda recoger toda la riqueza irónica y los juegos de idioma puestos por el autor. Estos son los peligros que tiene esta versión nueva que ofrece TVE: hay que confiar en que los haya salvado.

La importancia de llamarse Ernesto se emite esta noche en el espacio la comedia a las 21.30 por la primera cadena.

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