'Malvaloca' , morbosa fundición de las campanas

Malvaloca, obra de los hermanos Álvarez Quintero, ha sido trasladada al cine español con cierta insistencia. Ya en el cine mudo (1926), Benito Perojo le dio su primer tratamiento, y aun después de la adaptación de Luis Marquina (1942), que hoy se emite dentro de La noche del cine español, otra nueva película, dirigida por Ramón Torrado, vio la luz en 1954 con la interpretación estelar de Paquita Rico. Evidentemente, es el aspecto melodramático de Malvaloca lo que motivó a los autores de dichos filmes. Melodrama que inspiraba su mensaje moralista en la historia de una...

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Malvaloca, obra de los hermanos Álvarez Quintero, ha sido trasladada al cine español con cierta insistencia. Ya en el cine mudo (1926), Benito Perojo le dio su primer tratamiento, y aun después de la adaptación de Luis Marquina (1942), que hoy se emite dentro de La noche del cine español, otra nueva película, dirigida por Ramón Torrado, vio la luz en 1954 con la interpretación estelar de Paquita Rico. Evidentemente, es el aspecto melodramático de Malvaloca lo que motivó a los autores de dichos filmes. Melodrama que inspiraba su mensaje moralista en la historia de una mujer que convive de soltera con su enamorado y que luego es regenerada por un nuevo novio, de la misma forma que éste logra fundir las campanas: el pecado y la contricción, la maledicencia frente a la bondad natural de esa mujer, seducida por un señorito y más tarde traicionada de nuevo por un mal hombre hasta que, como la campana que funde su último enamorado, "dará las más puras notas de amor y sentimiento".Es el crítico Félix Fanés quien más interés ha entresacado de esta intermedia versión de Malvaloca que, aunque filmada en 1942, había nacido como proyecto en los años republicanos: "Conseguía", escribe, "crear un clima lleno de morbosidad y fatalidad que, según mi entender, resulta ser uno de los más interesantes retratos, aunque complejo e hiperbólico, de la realidad de los primeros años de posguerra". Comparándolo con algunos filmes franceses de la década anterior, que "intentaban reflejar el proceso de' una sociedad en crisis en búsqueda de su propia identidad", la Malvaloca de Luis Marquina poseía de aquellos filmes, según Fanés, "la atmósfera crepuscular, colmada de pesimismo y sin mañana, que de una manera tan característica los envolvía."

Luis Marquina ha sido un director irregular, de extraña trayectoria. Amante de melodramas, también fue el firmante de Don Quintín el Amargao, supervisado por Luis Buñuel en 1935, de El bailarín y el trabajador (1936), cuyo desconocimiento alimenta el mito de excelente musical, de Doña María la Brava (1948), única incursión en el cine de la actriz Tina Gascó, de El capitán Veneno (1950), divertida adaptación de la novela de Alarcón, entre comediatas folklóricas, dramones que rozan lo grotesco y de la última parte de Tuset Street, una vez que Sara Montiel no quiso atender la dirección de Jorge Grau. Hijo del dramaturgo Eduardo Marquina, pudo aportar un nuevo concepto del cine popular, pero su frecuente torpeza narrativa no le permitió más que prolongar las normas establecidas.

Malvaloca cuenta con la interpretación de Alfredo Mayo que, según Fanés, "conseguía realmente dar la sensación de un hombre neurotizado y complejo" y de Amparo Rivelles ("muy convincente en su belleza"). A esta actriz dedica La noche del cine español su última parte en un "sincero y caluroso homenaje", según declara el director del programa Fernando Méndez Leite. Malvaloca se emite hoy a las 20.35 por la segunda cadena dentro del espacio La noche del cine español.

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