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Yul Brynner

no hubiera podido apuntarse tantos con Deborah Kerr en la película El rey y yo si llega a tropezarse previamente con Erich Schmitt, un peluquero alemán de 49 años que cada vez que ve un calvo hace que le lama el cráneo una vaca de cinco años con tal ímpetu que provoca en los clientes la salida de brotes de cabello. El peluquero dice que ha copiado el sistema de John Coombs, un agricultor británico que confesó que, tras 26 años de calvicie, le había vuelto a salir el pelo después de una práctica a la que era aficionado: dejarse lamer regularmente el cráneo por una de...

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no hubiera podido apuntarse tantos con Deborah Kerr en la película El rey y yo si llega a tropezarse previamente con Erich Schmitt, un peluquero alemán de 49 años que cada vez que ve un calvo hace que le lama el cráneo una vaca de cinco años con tal ímpetu que provoca en los clientes la salida de brotes de cabello. El peluquero dice que ha copiado el sistema de John Coombs, un agricultor británico que confesó que, tras 26 años de calvicie, le había vuelto a salir el pelo después de una práctica a la que era aficionado: dejarse lamer regularmente el cráneo por una de sus 49 vacas lecheras. Como la ciencia no siempre acepta que el cariño haga milagros, el dermatólogo alemán Norbert Gollnick ha explicado que el fenómeno puede darse porque la saliva de las vacas tiene sustancias químicas y bacterias que, junto con el masaje de la lengua áspera, pueden originar un nuevo crecimiento de pelo.

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