Entrevista:Mis queridos monstruos

Francisco Rabal

Para el frío de la calva se pone, por la calle, gorra de visera azul marino. Galán post/cifesa, electricista de los estudios, como Cary Grant, griego en Mérida, ligón en Alazán, "encanto y befieza", debedor y bebedor, con de y con be, en plurales barras madrileñas, donde siempre acaba pagando, la voz sexual, caída y oscura del cine español, que ahora ya le hace pito en los bronquios.-La voz ya me hace pito en los bronquios, Paquito.

(Paquito, en este encuentro, seré yo: Paco/Francisco es él.) Uno diría, no que el tabaco le hace daño, sino que es su voz de ronquerío ...

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Para el frío de la calva se pone, por la calle, gorra de visera azul marino. Galán post/cifesa, electricista de los estudios, como Cary Grant, griego en Mérida, ligón en Alazán, "encanto y befieza", debedor y bebedor, con de y con be, en plurales barras madrileñas, donde siempre acaba pagando, la voz sexual, caída y oscura del cine español, que ahora ya le hace pito en los bronquios.-La voz ya me hace pito en los bronquios, Paquito.

(Paquito, en este encuentro, seré yo: Paco/Francisco es él.) Uno diría, no que el tabaco le hace daño, sino que es su voz de ronquerío y madrugada la que le ha conferido al negro, "fumo Rex", su calidad, su cualidad de negrura y de hombre hecho.

-Me levanto a fumar a las cffico de la mañana, Paquito.

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-Cuántos paquetes diarios.

-Me parece que tres.

-Y encima la copa. Eres un golfo.

-No, Paquito, te prometo que no. El alcohol lo tengo dominado. El tabaco me domina él a mí. No voy al médico, para qué, ya sé que estoy malo.

La calva mórbida, solideal y ieométrica. Todavía el niño de Aguilas, por la sonrisa, murcianito hindú que cogía monedas y pescados con los dientes, para nadie. "Hernández Ros y las instituciones culturales murcianas siguen firmes en que hagamos la película de Antonete, aquel gran paisano progresista y bandido". Comemos poco, él con vino y yo con cerveza. El dinero que debe en esa fonda. Y hasta le ha pedido más a Lucio.

-¿En qué película ha llegado, por fin, a confluir lo que tú quieres decir a la gente y lo que decía el director?

-Es difícil de contestar, Paquito. En Nazatín, de Buñuel. La caridad religiosa no sirve para nada. Eso es lo que había que decir.

-¿Desde cuándo tienes trauma de calva?

-Lo tuve a los treinta, cuando comenzaba a caérseme el pelo. Pensé que ya no podría ser actor. Luego me ponía el peluquín a escondidas y, en casa, mi mujer y mis hijos se reían de mí.

-¿Y cuándo lo perdiste?

-¿El qué?

-El trauma, coño.

-Ah. Con una película de Costa Gavras, que me quitó el peluquín.

Primero se lo hacía pasar por su pelo. Luego lo usaba, pero explicando lo que era. Por fin se lo ha quitado, dejando amanecer la verdad madura, serena y segura de la calva. El peluquín/conciencia, diría yo que ha sido el de Paco Rabal. Una culpa que asusta, una culpa que se resuelve en falso, una culpa que, exhibida, se convierte en virtud y atributo. Parece una cosa como de Pascal.

-¿Dónde está tu fuerza de actor, Paco?

-En los ojos, según Buñuel y según algunas marquesas. Por cierto, Paquito, que las marquesas me solían preguntar lo mismo que a ti: "¿Y cuándo venga el socialismo, me van a quitar todo esto?".

Tranquila, señora, que don Fernando Morán le va a quitar a usted pocas cosas. En la voz; yo diría quela fuerza de Paco está en la voz.

-Quela voz me hace pito, Paquito.

La nariz de rajadura canalla, que no le cerraba la carne de cuando A hostiazo. La cicatriz curva, corva y corvina de la mejiHa izquierda, como si le hubiera picoteado, sí, un cuervo, de cuando aquel otro accidente. Lleva la biografia en la cara y el pueblo en las manos.

-Paco, que digo en la entradiHa que estás todo tú entre la calva y la riwiz partida, y eso hay que justificarlo, Paco, todo tú entre dos catástrofes. Asunción.

-Asunción ha sido y es la compañera ideal de mi vida. Ni madre ni hermana ni tópicos. La compañera ideal.

-Acabaremos creyendo en nuestras propias mujeres. Pero hay otras.

-Sí, las nuestras y las feas.

-Je gustan las feas?

-Con locura.

-Tú has triunfado mucho en Alazán y por ahí, Paco. Y aparte de eso, las putas.

(Perdone el lector, perdone el tipógrafo, perdone el director, pero con Paco no se puede poner meretrices ni nada así.)

-Las putas son buenas, son entrañables, son generosas.

-¿Qué quieres decir con eso de que son generosas?

-Conmigo han sido generosas. Había una valenciana...

-Me parece sentimental, anticuado y poco dialéctico tu canto a la puta, Paco. Tú eres un revolucionario.

-Políticamente estoy con las mujeres, Paquito. Pero te hablo de otra cosa, Paquito. Había una valenciana...

-Hay que redimir a las putas.

-Sí. Yo llegué a un país socialista y me cabreó mucho ver que había putas. Aquí en Occidente lo da el sistema. Había una puta valenciana...

Los ojos de alegría y guiño, populares, tan rientes. Ojos truhanes que ahora necesitan, para cuando lee en público, unas gafas de alambre y mucha lectura que parecen desechadas por Dárnaso Alonso, a quien Paco fue a ver con sus versos, estando chico, porque eran vecinos de Chamartín de la Rosa. Y Dámaso le desvió gloriosamente hacia el teatro. Corría el primer o segundo Año Triunfal. En las conversaciones de Paco siempre salen mucho

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Dámaso y Buñuel.

-Tu maestro.

-Fernando Fernán-Gómez.

-Tu director.

-Buñuel.

-Tu puta.

-Había una valenciana que te voy a contar, Paquito...

-¿Qué herencia te han dejado las mujeres?

-Tres blenorragias. Como no tengo hecha la fimosis, soy propicio a coger esas cosas. Para qué me voy a hacer la fimosis, si no lo necesito. Además, creo que luego se eyacula peor.

-Me ganas por dos. El comunista.

-Jamás pierdo el sentido de la justicia.

El pensamiento vivo, audaz y narrativo de Francisco Rabal. Cuántas cosas cuenta y qué bien las cuenta. "Una vez me publicaste unos versos en una revista de poesía, Paquito". Rabal sigue llamando "verso" al poema completo. "Les voy a leer a ustedes un verso". Yo creo que es deliberado. El argumento de cincuenta o cien películas, la girandulería de los teatros, los amores valencianos (aquí Murcia no se sale del reino de Valencia, muy bien regido, literariamente, por Joan Fuster). Electricista de Cifesa, griego en Mérida, ligón en "Oliver", debedor/bebedor en plurales barras madrileñas. Increíble anchura humana y un actor que, para uno, ha dado su directriz intelectual, dejándose de populismos, en el escritor de Epílogo. Por las noches recuerdo que salíamos, sesenta/setenta, Paco Almorós, Paco Rabal y Paco Umbral. Tres Pacos con tres novias. Almorós tenía un perro que llevaba al café y una amiga entrañable, Aurora, que luego fue Mónica Randall. A Almorós no he vuelto a verlo. Le hablo a su perro, que a veces encuentro, perdido y sin collar, por las esquinas madrileñas.

-Almorós se suicidó, Paquito.

Se me para la cerveza entre el esternón y el alma. Almorós, actor sin actos ni actuaciones, se suicidó. No haré más chistes líricos sobre Almorós y su perro. "Y una vez leí cosas de Lorca, presentando tu libro sobre el poeta, y nos presentó Gerardo Diego, ¿te acuerdas, Paquito?"

-Cuántas cosas, Paco.

-Cuántas cosas, Paquito. Y ahora la voz me hace pito.

-Yo creo que hasta nos hemos quitado novias uno al otro, Paco.

-Quién te quitaba a ti una novia, Paquito.

-Raúl del Pozo.

-Le amo. Es como mi hermano pequeño.

-Por eso te lo preguntaba.

Hemos terminado de almorzar. Francisco Rabal me lleva a casa, media tarde, porque me espera la tele. Cuántas veces me ha llevado/traído, de madrugada, en su coche de entonces o en el taxi de hoy. Está tan lleno de hombre que gana a las mujeres. "Había una puta valenciana, Paquito... ".

-Que ya eres abuelo, Paco. ¿Haces de abuelo?

-Un poco. Pero en seguida digo: "Asunción, llévatelos". No les monto en los caballitos ni eso. Tú eres bueno, Paquito, tú eres bueno, aunque vas y siempre has ido de malo. Te quiero porque eres bueno.

-Toda la vida me lo has dicho, Paco. Uno, de joven, quería ser malísimo.

-Tú eres bueno, Paquito.

Parece como que me amansa, mansurrón como está ya uno.

-¿Te das cuenta, Paco le pregunto en el taxi-, de que nos hemos quedado en el tabaco y la copa? Los jóvenes, hoy, están en otro rollo.

-Y para qué quiero yo más vicios, Paquito. El alcohol, ya te digo, lo tengo dominado. Pero el tabaco me domina, como te decía antes. Hoy, por ejemplo, me he levantado a fumar a las cinco y media de la mañana.

-Te estás matando, Paco.

-Y la voz me hace pito, Paquito. Había una puta valenciana, Paquito, que te voy a contar...

Era un golfo de bien, que diría Lauro Olmo, a quien la política le ha educado, le ha mejorado, le ha humanizado. Para que luego digan que no sirve de nada la política. Como a Raúl del Pozo, el que mete la mano en su plato, pero jamás le traicionará. Por la noche vería yo la entrega de unos premios cinematográficos, a toda aspirina. Paco salió el mejor actor y, descolgando sus gafas de alambre, que yo no estoy muy seguro de que no sean de Dámaso, leyó un verso. La otra noche, en una cosa mía, también leyó un verso. Paco es de esos poetas populares que chupan mucho el lápiz para hacer un verso. Le dedico un libro mío que me ha traído: "A Rabal, novio de mis novias...".

-Y dale, Paquito, que no. Habrá sido a la inversa.

-La vejez, Paco.

-Nada, ni caso.

(También me lo dijo Cela el otro día: es una filosofía de vitalistas.)

-Pues ya te digo, Hernández Ros y todos los que llevan la cosa de la cultura en Murcia, quieren hacer la película de Antonete, con ene, no con eñe, y quieren que la haga yo.

-¿Qué te queda: de Águilas?

-La calle del General Mola, que le han quitado el nombre y me la han puesto a mí. Lo que no me gusta es que no te guste Bergamín, lo que dices en tu libro de Bergamín.

-Es el libro de mis confesiones, Paco, y no voy a ser un San Agustín en falso. Digo lo que siento y lo que creo.

-Sí, te entiendo, pero en París le ayudábamos mucho y...

-Eso es otro rollo, Paco, y muy respetable. Yo sólo digo que no me interesa Bergamín, y ya cuando su muerte escribí un artículo explicando su trauma con respecto del veintisiete, en cuyas mejores nóminas nunca está, y que era adonde él quería estar. Absurdo, un poeta ético, místico y metafísico en la generación de las vanguardias, los surrealismos, el europeísmo y la poesía pura. Bergamín viene de Unamuno. Nada tiene que ver con el veintisiete, salvo la cronología y, por supuesto, la ideología.

El taxi corre hacia mi casa. La tarde clara de invierno madrileño. Vamos a»dejarnos de habaneras.

-Paco, ¿tendrás dinero para pagar este taxi? Si quieres te dejo algo.

-Por favor, Paquito.

Le conocí en el Gijón o en Oliver. Entonces estaba haciendo una película sobre el Ché y se caracterizaba de tal. Caían dulcemente las progres madrileñas de entretiempo. Yo escribía Carta abierta a una chica progre, soñando la más progre y plateresca. Luego, las progres se hicieron hippies, dejándose la faldumenta ad/lib, y uno se iba a Ibiza a verles los senos apuntados bajo la viscosilla transparente. Paco Salía en una peli de Antonioni. Era el macho que se afeitaba con la máquina del otro, y hacía bien. Le debo a Paco grandes gratificaciones humanas, amistosas y personales de mi vida. Mas luego, las hippies se hicieron feministas, las feministas se hicieron acratillas y, finalmente, las acratillas/ Malasaña (ahora se manifiesta la pequeñornesocracia contra lo que ha sido la gran revitalización del barrio), las acratillas/Malasaña, digo, se hicieron postmodernas. Estamos en la postmodernidad, pero de eso no hay que hablarle a Paco, que sigue varado -chaquetón y gorra marineros- en la copa, el rex y la puta. "Había una putita valenciana, Paquito, que te voy a contar...". Todas las marcas de tabaco negro debieran rendirle mirto de nicotina a este hombre/actor que le ha conferido a la picadura y otras labores la hombría de su voz, la voz (entonces sin pito) de su hombría.

-Paquito.

-Sí, ya, que la voz te hace pito. Pues deja el tabaco, coño.

Ni recuerdo cuándo nos conocimos. Las buenas entrevistas son las que no se hacen. Quiero decir, las que no hace falta hacerlas. Yo de Francisco Rabal puedo escribir un libro sin hablar con él una palabra.

-Una vez me dijeron que habías sacado un libro donde me sacabas mal. Nunca quise creerlo. Recuerda que a poco nos vimos en El Escorial, Paquito, y te saludé con el amor de siempre.

-Una sociedad ágrafa, Paco. Eso sale en Francia y no pasa nada. Era un libro de arquetipos. El arquetipo del actor, el arquetipo de la actriz, el arquetipo del gauchiste, del resistente, del escritor, del periodista. Hoy me parece malo, precisamente, Paco Rabal, porque era un libro de arquetipos y no de tipos. Cosas de juventud.

Toda una vida, sí. Desde que venía a buscarme a casa, cerca de donde ahora escribo, hasta Truhanes o Epílogo. Los guapos quedan mejor de viejos. La editorial me ha liquidado lo último de aquel libro. Quince mil pesetas. Por quince mil pesetas uno no vende a sus amigos. A Paco le ha ido maquillando la vida -accidentes, incidentes, años y desengaños-, porque la vida es gran maquilladora, y hoy es cuando mejor da.

-¿De qué haces ahora en el cine?

-De torero retirado, canalla y macró.

O sea lo de siempre. O sea lo suyo. La vida no varía mucho y el cine tampoco. Por eso hay que tener un proyecto orteguiano de vida, contando con que la vida varía poco y los amigos/enemigos son para siempre.

-Como poco para mantener la cintura torera, mientras ruede. A una famosa me la beneficié dentro de una hormigonera.

Es un terrorista sexual y quizá no lo sabe, o sí. Hemos llegado. "Gracias, Paco, ¿te doy para el taxi?". "Que no, Paquito, coño".

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