Liga de Primera División de fútbol

Santillana marcó el gol del triunfo 'con la oreja'

La próxima vez, por favor, que juegue sólo Ramos Marco, del colegio Oeste. Pocas veces un árbitro tiene una actuación tan lamentable Y tan poco protestada por el público. Salió al campo con la intención de lo que llaman "no dejarse ir el encuentro de las manos"; o sea, con la de quedárselo para uno solo; o sea, dispuesto a pitar cada 20 segundos. Para el árbitro de ayer, hasta la ley de la ventaja era una dejación de poderes y no la aplicó. Entre pitido y pitido, el Madrid osó meter dos goles y el Barcelona uno.Los jugadores salieron con la calculadora en el bolsillo y se colocaron en el centr...

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La próxima vez, por favor, que juegue sólo Ramos Marco, del colegio Oeste. Pocas veces un árbitro tiene una actuación tan lamentable Y tan poco protestada por el público. Salió al campo con la intención de lo que llaman "no dejarse ir el encuentro de las manos"; o sea, con la de quedárselo para uno solo; o sea, dispuesto a pitar cada 20 segundos. Para el árbitro de ayer, hasta la ley de la ventaja era una dejación de poderes y no la aplicó. Entre pitido y pitido, el Madrid osó meter dos goles y el Barcelona uno.Los jugadores salieron con la calculadora en el bolsillo y se colocaron en el centro del campo. Todos, menos Maradona con San José, en el borde del área. El marcador madridista, en los primeros 45 minutos, hizo de todo: salvó un gol cuando un balón rebotado se elevó por encima de Miguel Ángel y cometió un penalti al empujar a Maradona hábilmente dentro del área. El árbitro, en esta ocasión, no pitó, porque hubiera acertado. A estas dos jugadas claves del primer tiempo se unió el polémico primer gol, con posible fuera de juego previo, posicional, de Martín Vázquez, y el tanto injustamente anulado a Juanito tras jugada de Butragueño. El resto fue un apelotonamiento, de jugadores en una franja de 30 metros de anchura; en parte, por la táctica del fuera de juego de Menotti. Esta táctica obliga a que los defensas se entiendan a la perfección, lo que, desde luego, no es el caso.

Una vez más, en este primer período, el Madrid le ganó al Barga en sacrificio, en correr todos para todos, incluido Juanito, también acertado en el lanzamiento de balones. Los centrocampistas del Madrid movieron mejor la pelota en esta priniera parte y, además, contaron con la sabiduría de Juanito y Butragueño echando balones al suelo. El Barga, por no aprovechar, no aprovechó ni los extremos. Los internacionales Marcos y Carrasco evidenciaron una alarmante baja forma.

En estos minutos, Maradona pudo empatar con un cabezazo desde el punto de penalti que se le fue alto; Schuster, también, en una pared perfecta de Maradona.

En el segundo tiempo el Barcelona salió con la firme intención de presionar y lo consiguió durante casi todo su desarrollo. Empató por obra de Maradona, después de que el lateral Juan José diera todas las facilidades a Julio Alberto. Pero en los 15 minutos siguientes sólo hubo un jugador, el árbitro. Pitó de todo, siempre protestado por algún jugador, y en sus escasos aciertos pocas veces colaboraron los linieres. El dominio barcelonista se rompió por primera vez claramente con un perfecto lanzamiento de Gallego que Santillana, después de regatear al portero, no aprovechó. Butragueño se acababa de ir, pese a que, según Di Stéfano, podía marcar hasta con la oreja. Santillana fue quien marcó pocos minutos después con la oreja o con la ingle o con cualquier otra cosa.

El gol descompuso la malla del Barcelona. A Alonso y Víctor, sus dos pulmones, tan acertados en robar balones en este tiempo, se les nublaron las ideas, que tampoco supieron enmendar los estilistas de su equipo. Ayer Madrid y Barcelona rivalizaron en soldados romanos y en la labor de no dejar jugar al contrario todos sobresalieron. El estilista era Maradona. Pero Maradona no corrió, no luchó y tampoco se desmarcó. Eso sí, tocó tres veces el balón, marcó un gol, falló uno de cabeza y dejó otros dos hechos. Maradona es la diferencia. El resto marca con la oreja.

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