Tribuna:

Teoría de Beirut

Los sonidos que emiten las últimas modernidades no son tan caprichosos como pudiera parecer a primera vista. Los críticos y teóricos de la Eteratura contemporánea, resurgidos de las mortales fiebres estructurafistas, hablan ahora de la de-construcción y el desmontaje. Los físicos y los biólogos discuten del caos, del desorden, del acontecimiento discontinuo. Los matemáticos reflexionan unánimemente sobre la teoría de las catástrofes del doctor Thom. Los sociólogos iconoclastas han encontrado en los términos implosión y laberinto las grandes metáforas de recanibío para describir l...

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Los sonidos que emiten las últimas modernidades no son tan caprichosos como pudiera parecer a primera vista. Los críticos y teóricos de la Eteratura contemporánea, resurgidos de las mortales fiebres estructurafistas, hablan ahora de la de-construcción y el desmontaje. Los físicos y los biólogos discuten del caos, del desorden, del acontecimiento discontinuo. Los matemáticos reflexionan unánimemente sobre la teoría de las catástrofes del doctor Thom. Los sociólogos iconoclastas han encontrado en los términos implosión y laberinto las grandes metáforas de recanibío para describir lo que pasa. Los filósofos y los economistas, ya se sabe, se han puesto de acuerdo en la importancia central que tiene el concepto de crisis permanente. Y conocida es la pasión actual de los escrutadores profesionales del universo: los agujeros negros, los prolegómenos apasionantes del bing-bang, la desorganización primordial.La letra es diferente, pero la música que hace la actualidad cultural es la misma. De-construcciones, ¡mplosiones, desorden, catástrofe, caos, desmontajes, laberintos, agujeros negros, crisis, discontinuidad. Parece un gigantesco, amenazador y perplejo concierto cacofónico. Aunque, personalmente, sospecho que se trata del inconfundible ruido que hacen las certezas simples cuando se estrellan contra las aceras de la complejidad.

Sabemos reconocer la banda sonora de la actualidad, pero falta la escenografía. Mi hipótesis es que la metáfora urbana de esta modernidad con ruido de desconcierto no es Nueva York, como se repite con ingenuidad charter. Es Beirut. Lo más parecido a lo que ocurre en el convulso universo de la teoría es lo que diariamente ocurre en las calles de Beirut.

A fin de cuentas, lo que contemplamos diariamente en los informativos televisivos es la de-construcción en directo de un Estado, el desmontaje sistemático de una ciudad; la iinplosión de un pueblo, el triunfo del acontecimiento salvaje, la cotidianidad de la catástrofe, la apoteosis del caos, los pormenores de la gran explosión final o inaugural, que nunca se sabe. Beirut es el agujero negro de la actualidad, por donde asoma la calcinada sombra de lo complejo. Eso sí es modernidad.

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