Osasuna supo defenderse ante el Atlético

Evidentemente, la Copa no es la Liga. Si el pasado domingo Osasuna se marchaba del Manzanares con tres goles a sus espaldas, anoche los rojillos lograban coger el avión con las alforjas intactas y media eliminatoria de los octavos de final resuelta.El Atlético de Madrid quiso y no pudo. Las facilidades del domingo se convirtieron anoche en todo lo contrario, traducidas en una férrea muralla, infranqueable por la que ni Rubio, ni Pedraza, ni tan siquiera Hugo Sánchez, pudieron encontrar un solo hueco. Los marcadores pamplonicas no dieron un solo segundo de tregua y por contra las mejores ocasio...

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Evidentemente, la Copa no es la Liga. Si el pasado domingo Osasuna se marchaba del Manzanares con tres goles a sus espaldas, anoche los rojillos lograban coger el avión con las alforjas intactas y media eliminatoria de los octavos de final resuelta.El Atlético de Madrid quiso y no pudo. Las facilidades del domingo se convirtieron anoche en todo lo contrario, traducidas en una férrea muralla, infranqueable por la que ni Rubio, ni Pedraza, ni tan siquiera Hugo Sánchez, pudieron encontrar un solo hueco. Los marcadores pamplonicas no dieron un solo segundo de tregua y por contra las mejores ocasiones llegaron en sus propios contragolpes, si bien tampoco pudieron sor prender a Pereira. Lumbreras desperdició a los 45 minutos una clarísima ocasión, servida por el debutante Azcona, cuando solo ante el marco colchonero lanzaba el balón fuera. El joven Azcona fue un incordio los 90 minutos y eso hizo perder la calma a la defensa local.

En la segunda parte, la presión local aumentó, pero la defensa navarra seguía impertérrita, pétrea. Luis Aragonés llegó incluso a ordenar ceder terreno para así salir en contragolpe. No picó el Osasuna y siguió en su empeño de defender y contragolpear. Si no llegó su gol fue por el marcaje de Clemente sobre Martín, sólo comparable por los realizados por Mina sobre Hugo y Purroy sobre Pedraza. Las lesiones de Vicuña y Rípodas pusieron en peligro a Osasuna, pero Biurrun estuvo igual de espléndido que su compañero bajo los palos.

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