Crítica:El cine en la pequeña pantalla

Mario Lanza, obligado a actuar

En 1956 Mario Lanza era una estrella en decadencia, que luchaba con su envaramiento interpretativo y con graves problemas de peso. En El príncipe estudiante, la Metro sólo había utilizado su voz para hacer cantar a Edmund Purdom. El paso siguiente es probar fortuna en la Warner, y de ahí surge Dos pasiones y un amor (Serenade), un proyecto exótico que obtiene una buena acogida y relanza la carrera del cantante-actor.En Dos pasiones y un amor, ellas son Joan Fontaine y Sarita Montiel, y el amor es el de los artistas canoros. Miss Fontaine incorpora a una distinguida propiet...

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En 1956 Mario Lanza era una estrella en decadencia, que luchaba con su envaramiento interpretativo y con graves problemas de peso. En El príncipe estudiante, la Metro sólo había utilizado su voz para hacer cantar a Edmund Purdom. El paso siguiente es probar fortuna en la Warner, y de ahí surge Dos pasiones y un amor (Serenade), un proyecto exótico que obtiene una buena acogida y relanza la carrera del cantante-actor.En Dos pasiones y un amor, ellas son Joan Fontaine y Sarita Montiel, y el amor es el de los artistas canoros. Miss Fontaine incorpora a una distinguida propietaria, mientras miss Montiel es una apasionada mexicana. La acción transcurre, en gran parte, en una hermosa localización: San Miguel de Allende. Según cuentan las crónicas de la época, los paisajes mexicanos fueron una baza importante a la hora de lograr el entusiasmo del público. De la novela en que se basa el filme, escrita por James M. Cain, se conserva muy poca cosa, ya que Ivan Goff, Ben Roberts y John Twist de lo que se preocuparon es de que Mario Lanza tuviera tiempo de entonar el inevitable Ave María, que pusiera unas notas de nostalgia con Torna a Sorrento, la emprendiera con varias arias operísticas y popularizara O paradiso y My destiny.

Dos pasiones y un amor se emite hoy a las 21

30 horas por la segunda cadena.

Las canciones surgen, en algunas ocasiones, espontáneamente, como expresión de un estado de ánimo. En otras vienen directamente justificadas por el argumento, que transforma a mister Lanza, de trabajador en las viñas californiarias en crooner de una sala de fiestas, vigilado siempre por su manager, Harry Bellaver, que cuida de él ante Vicent Price, el empresario del local.

Vista ahora, Dos pasiones y un amor tiene el interés suplementario -con su carga de impudor- de contemplar de qué manera Anthony Mann filmaba a Sarita Montiel, su amor y esposa. A fin de cuentas, ella es en el filme la joven, mientras que Joan Fontaine es la star veterana, casi obligada a dar una alternativa torera.

En cualquier caso, y para evitar sorpresas desagradables, conviene precisar que Dos pasiones y un amor sólo es recomendable para fans de Santísima y cinéfilos con sentido del humor.

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