Entre la cautela y el desánimo

Una de las grandes incógnitas que presidirá el desarrollo del XI congreso del PCE que comienza mañana consistirá en el nombre que el sector carrillista proponga para ocupar la secretaría general del partido y desbancar de la misma a Gerardo Iglesias. Carrillo ha anunciado reiteradamente que él no regresará al cargo, y los hombres más próximos a él -el vicesecretario general, Jaime Ballesteros, o el secretario de Madrid, Adolfo Piñedo, por ejemplo- muestran escaso entusiasmo por encabezar la alternativa a Iglesias cuando, inmediatamente después de concluido el congreso, se reúna el nuevo...

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Una de las grandes incógnitas que presidirá el desarrollo del XI congreso del PCE que comienza mañana consistirá en el nombre que el sector carrillista proponga para ocupar la secretaría general del partido y desbancar de la misma a Gerardo Iglesias. Carrillo ha anunciado reiteradamente que él no regresará al cargo, y los hombres más próximos a él -el vicesecretario general, Jaime Ballesteros, o el secretario de Madrid, Adolfo Piñedo, por ejemplo- muestran escaso entusiasmo por encabezar la alternativa a Iglesias cuando, inmediatamente después de concluido el congreso, se reúna el nuevo comité central surgido del mismo para elegir secretario general.Todo parece indicar que los hombres de Carrillo se reservan hasta el último momento antes de presentar la batalla definitiva, probablemente en espera del desarrollo de un congreso que, por la igualdad de fuerzas en presencia, aparece incierto para todos.

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Por ello, algunos dirigentes regionales plantean la posibilidad de abrir una difícil tercera vía entre gerardistas y carrillistas, representada por personalidades como el ex secretario general de Canarias, José Carlos Mauricio -que trató de mostrarse conciliador en la última reunión del comité central, pese a estar considerado más próximo a Santiago Carrillo que a su sucesor-, o por Nicolás Sartorius, pese a haber apostado éste claramente en favor de Iglesias y haber declarado repetidamente que "de ninguna manera" aceptaría hacerse cargo del partido.

Ni siquiera el prestigiado alcalde de Córdoba, Julio Anguita, parece desear su designación como presidente de la mesa del polémico congreso, trámite que supondrá ya la primera escaramuza de la cumbre comunista que comienza mañana. La misma falta de voluntad de aceptar responsabilidades parecía cundir ayer entre algunos dirigentes próximos a Gerardo Iglesias, que no ocultaban un cierto desánimo ante las casi nulas posibilidades de conciliación, gane quien gane el congreso.

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