Crítica:

La 'Rey-connection'

Existen grosso modo dos tipos de cinematografía. La local, con, sus actores de consumo interno, y la internacional, que es una parte de la norteamericana más unos cuantos flecos incorporados de los mercados domésticos. España no ha tenido más que una cinematografía nacional y 91 acceso sumamente restringido a travéa de alguno de sus actores al plano superior de ese cine mundial. La aportación de nuestro país la ha constituido en los últimos años Fernando Rey, que, precisamente, se licenció como fleco con French connection, la producción de William Friedkin y que ratificó c...

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Existen grosso modo dos tipos de cinematografía. La local, con, sus actores de consumo interno, y la internacional, que es una parte de la norteamericana más unos cuantos flecos incorporados de los mercados domésticos. España no ha tenido más que una cinematografía nacional y 91 acceso sumamente restringido a travéa de alguno de sus actores al plano superior de ese cine mundial. La aportación de nuestro país la ha constituido en los últimos años Fernando Rey, que, precisamente, se licenció como fleco con French connection, la producción de William Friedkin y que ratificó con French connection-2 de John Frankenheimer, cinta que se proyecta hoy.Fernando Rey fue durante muchos años unos grandes mofletes dotados de una excepcional voz. Unos mofletes contra natura que en aquel cine español de la posguerra no le impidieron, inverosímilmente, que interpretara el papel de Felipe el Hermoso en Juana la loca, de Juan de Orduña. Una gran voz que debería haberle predestinado a arrollar en el doblaje estentóreo y que, por lo menos, le sirvió para que Laurence Olivier exigiera que en sus Shakespeares vertidos al castellano se recurriera a aquel sonoro Calderón nacional.

Le faltaba a aquella cinematografía la distancia, la capacidad crítica de darle a Rey sus verdaderas encarnaciones. Las de tantos gatopardos españoles, la estampa caricaturizada de puro perfecta del hidalgo, de la decadencia del escapulario nacional. La progresiva homologación del cine español con Europa ha colocado a Rey donde debía. En la autocrítica contemplación de su personaje. Suave como el traficante francés de French connection, nostálgico-racionalista como en Bearn, un Pablo Iglesias patriarcal como en un reciente programa de TVE sobre la historia de España.

Hemos de agradecerle que gracias a su persona el cine español haya llegado a fleco, ya que hasta su advenimiento las únicas apariciones de actores y actrices españoles en el cine mundial se reducían a los papeles mudos de Fernando Sancho y Alfredo Mayo cuando Bronston ganaba medalla! de Isabel la Católica. Por lo menos, a Fernando Rey podemos escucharle.

French connection se emite hoy a las 20.30 por la segunda cadena.

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