Crítica:El cine en la pequeña pantalla

En busca del vampiro perdido

Es probable que si el escritor británico Bram Stoker no hubiese tenido la feliz idea -allá en 1897- de publicar un relato novelado de las andanzas del conde Drácula Vlad, el cine del siglo XX se hubiera quedado sin uno de sus mitos más universales y persistentes: el mito de Drácula, el vampiro.El parecido entre la realidad histórica y lo que la mitología ha impuesto en la sensibilidad popular es más bien remoto. El conde Drácula Vlad no era un caballero de esmóquín y colmillos largos que gustaba de mordisquear a las damas en el cuello, sino un caudillo feudal de la antigua Rumanía del siglo XI...

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Es probable que si el escritor británico Bram Stoker no hubiese tenido la feliz idea -allá en 1897- de publicar un relato novelado de las andanzas del conde Drácula Vlad, el cine del siglo XX se hubiera quedado sin uno de sus mitos más universales y persistentes: el mito de Drácula, el vampiro.El parecido entre la realidad histórica y lo que la mitología ha impuesto en la sensibilidad popular es más bien remoto. El conde Drácula Vlad no era un caballero de esmóquín y colmillos largos que gustaba de mordisquear a las damas en el cuello, sino un caudillo feudal de la antigua Rumanía del siglo XI, cuyos principales pasatiempos eran la lucha contra el turco (por lo que se le considera un héroe nacional) y la sistemática y más o menos gratuita matanza de sus siervas y siervos (por lo que se le consideró un monstruo).

De estos hechos el cine extraería la leyenda del vampiro, con su carga de horror entreverado de erotismo. Primero fue un cortometraje inglés de 1913 (The vampire), en el que el vampiro era una mujer que succionaba la sangre de dos hombres en la India, y se transformaba luego en serpiente. La leyenda de Drácula que creara Stoker fue llevada por vez primera a la pantalla grande por F. W. Murnau con Nosferatu (1922).

Despues, los vampiros y vampiresas del cine han sido legión, y los ha habido para todos los gustos: desde el Vampyr de Carl Theodor Dreyer (1931) hasta el nuevo Nosferatu de Werner Herzog; desde la serie de Dráculas producidos por la Universal en los años 30 e interpretados por Bela Lugosi (quien, según dicen, murió enloquecido creyéndose Drácula) hasta el amanerado vampiro contemporáneo y cómico que George Hamilton encarnó en Amor al primer mordisco.

El mito de Drácula ha ido diversificándose en una larga serie de versiones cinematográficas, en las que ha cabido desde la intelectualización sublime hasta la astracanada, pasando por el puro y honesto filme de evasión. Además de los citados, la historia del celuloide nos ofrece vampiros tan variopintos como los de Sangre para Drácula, de Warhol y Morrisey; el vampiro homosexual de El baile de los vampiros de Roman Polanski, o los convencionales chupasangres de Lee, que durante los años 50 encarnó a una larga serie de vampiros en los filmes de la productora Hammer y que esta noche nos guiará por los senderos del vampirismo cinematográfico. Esperemos que Lee se acuerde que una de sus caracterizaciones de Drácula fue de patente española, concretamente en una película realizada por Jesús Franco, que luego sería analizada por Pere Portabella en un corto llamado Vampyr, en el cual el propio Lee analizaba su personaje.

En busca de Drácula se emite a las 23.05 por la segunda cadena.

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