Tribuna:

Esquiar en agosto

¿Qué haría yo sin los adecuados consejos de don Gonzalo de Borbón, que desde que escribe sobre sus apasionantes experiencias semanales en Diez Minutos se ha convertido en mi columnista favorito? ¿Cuál no sería mi desasosiego, mi bergmaniano cavilar sobre el de dónde vengo y a dónde voy -y, sobre todo, el qué demonios estoy haciendo aquí-, sin esa guía principesca, ese exquisito faro de sabiduría que cada siete días se materializa en letra impresa ante nuestras plebeyas narices?Don Gonzalo, a cuyo lado Art Buchwaltz es más soso que una procesión de glóbulos blancos, nos imparte su...

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¿Qué haría yo sin los adecuados consejos de don Gonzalo de Borbón, que desde que escribe sobre sus apasionantes experiencias semanales en Diez Minutos se ha convertido en mi columnista favorito? ¿Cuál no sería mi desasosiego, mi bergmaniano cavilar sobre el de dónde vengo y a dónde voy -y, sobre todo, el qué demonios estoy haciendo aquí-, sin esa guía principesca, ese exquisito faro de sabiduría que cada siete días se materializa en letra impresa ante nuestras plebeyas narices?Don Gonzalo, a cuyo lado Art Buchwaltz es más soso que una procesión de glóbulos blancos, nos imparte sus enseñanzas con tal seguridad en sí mismo que todavía no sé por qué razón no le nombran, a la manera de Ruiz-Giménez, Defensor del Pueblo pero al revés, es decir, paladín de la sangre azul sin gaseosa y de las cuentas corrientes bronceadas en Marbella. Gracias a él, esa clase social tan duramente maltratada a raíz del caso Urquijo está consiguiendo lo que merece: un hueco reivindicativo en los papeles públicos y una voz autorizada, serena, que pone las cosas en su sitio.

Pero el hombre no sólo defiende lo suyo, sino que nos cuenta la verdad de la vida y, además, nos aconseja. Y hay una recomendación suya que no quiero pasar por alto, porque me parece realmente fascinante: don Gonzalo sugiere que esquiemos en verano en vez de cometer la horterada, tan común a los ;eres vulgares, de ponernos bajo el 5ol en cualquier playa atiborrada le turistas. Claro que, en agosto, io se puede esquiar en cualquier parte. Don Gonzalo, claramente, propone un país: Chile.

Chile, el paraíso. Bellísimos paisajes -montañas nevadas- y extraordinario bienestar público -banderas al viento-, que le ha exclamar al ex marido de Carnen Harto: "Ah, y me dice Francis jue allí no se está tan mal como ¡icen". Francis Franco, el nietísino, es, sin duda, el mejor conseje,o para estos trances. Y un aliciene para que todos los nostálgicos le este país se calcen los esquíes in verano y se deslicen por la nieve jue ni siquiera Pinochet ha consepido ensangrentar.

Me pregunto qué han hecho los hilenos para recibir este castigo.

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