Crítica:

La televisión trató mejor a los Forsyte

La saga de los Forsyte sirvió para que la televisión se apuntara un gran éxito de prestigio y audiencia, ofreciendo una serie en la que interpretación, decorados y ritmo no tenían nada que ver con la habitual indigencia del telefilme. No era, sin embargo, la primera vez en que los Forsyte interesaban al mundo de la imagen en movimiento.En 1949, la obra de John Galsworthy, que ya contaba con el marchamo de calidad que garantiza el que un escritor haya recibido el Premio Nobel, tentó a la Metro. Fieles a la política de prestigio que en la época seguía la productora, la primera preocupación d...

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La saga de los Forsyte sirvió para que la televisión se apuntara un gran éxito de prestigio y audiencia, ofreciendo una serie en la que interpretación, decorados y ritmo no tenían nada que ver con la habitual indigencia del telefilme. No era, sin embargo, la primera vez en que los Forsyte interesaban al mundo de la imagen en movimiento.En 1949, la obra de John Galsworthy, que ya contaba con el marchamo de calidad que garantiza el que un escritor haya recibido el Premio Nobel, tentó a la Metro. Fieles a la política de prestigio que en la época seguía la productora, la primera preocupación del director, Compton Bennet, fue asegurarle a Errol Flynn unas sienes plateadas que le confirieran una tópica elegancia aristocrática y una madurez que le alejara de sus papeles de pirata saltimbanqui o boxeador estilista. Además, se incluyó en el reparto a Robert Young y Walter Pidgeon, que no necesitaban de demasiados retoques para parecer escapados de una mansión victoriana, y se logró la guinda de Greer Garson, una especialista en no perder la compostura y sentir las pasiones adúlteras como algo asexuado.

Al margen de las intenciones críticas de John Galsworthy -que compuso una novela en la que el melodrama familiar tiene como objeto pintar en tonos sombríos la rigidez moral británica-, las de Compton Bennet se inclinaron por potenciar mucho más los dramás personales que el retrato de conjunto, de manera que la historia adquiriera unas connotaciones moralistas.

El Reino Unido de la época pierde sustancia, convertido en un mero plató hollywoodense en el que Greer Garson es una mujer inconsciente que, de manera estúpida, se entrega a aventuras sentimentales que su esposo no está dispuesto a tolerar. El divorcio subsiguiente a sus devaneos la hará chocar de nuevo con el clan familiar, que ve con malos ojos cómo ella intenta rehacer su vida al amparo de otro caballero.

Al margen del atractivo que se deriva del año de producción del filme y de que sea hijo de una agradable estandarización del lenguaje cinematográfico, La dinastía de los Forsyte es uno de los pocos casos en que un material cinematográfico se ha visto superado en calidad e intensidad por otro rodado directamente para televisión.

La dinastía de los Forsyte se emite hoy a las 22.30 horas por la segunda cadena.

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