El Madrid puso la suerte, y el Sevilla, la calidad

El Madrid sigue adelante en la Copa tras un encuentro en el que se movió con soltura excepto en los primeros veinte minutos de la segunda parte, en los que anduvo a la deriva. El Sevilla, con un juego impresionante de belleza y velocidad en esa fase, mereció mejor suerte. El Madrid se encontró con su primer gol en un momento clave, cerca del descanso y le favoreció de nuevo la suerte cuando el larguero le salvó del que hubiera sido segundo gol del Sevilla en plena fase triunfal de este equipo.El Madrid se presentó en el Sánchez Pizjuán con la intención de congelar la pelota lo más posible y ma...

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El Madrid sigue adelante en la Copa tras un encuentro en el que se movió con soltura excepto en los primeros veinte minutos de la segunda parte, en los que anduvo a la deriva. El Sevilla, con un juego impresionante de belleza y velocidad en esa fase, mereció mejor suerte. El Madrid se encontró con su primer gol en un momento clave, cerca del descanso y le favoreció de nuevo la suerte cuando el larguero le salvó del que hubiera sido segundo gol del Sevilla en plena fase triunfal de este equipo.El Madrid se presentó en el Sánchez Pizjuán con la intención de congelar la pelota lo más posible y mantener el partido en un tono frío, para evitar que el Sevilla se lanzase al ataque y que el público despertara en su entusiasmo. Lo consiguió durante toda la primera parte.

En frente, el Sevilla se veía, efectivamente, frío, falto del calor necesario en los partidos de Copa para remontar. Su fútbol tenía más vocación de ataque, pero el dueño de la pelota y del campo era generalmente el Madrid. Para más complicarle las cosas al Sevilla en esta primera parte no le funcionaron ni Pintinho ni López ni Magdaleno, y Ribas se le lesionó pronto.

Algunas jugadas excelentes de Moisés, un chico que le devuelve la fútbol una alegría casi olvidada, eran lo único destacable de este partido junto con un par de sustos de Agustín, que parecía peleado con la pelota, cuando Santillana cazó un centro cruzado de Gallego al que Buyo tuvo la ocurrencia de salir con una sola mano.

La arrancada del Sevilla en el segundo tiempo fue fenomenal y proporcionó 20 minutos de excelente fútbol. Montero entró por el renqueante Juan Carlos, y aunque no tuvo mucha presencia en el partido hizo alguna jugada que levantó al público de sus asientos. Pero fue el romper a jugar de Pintinho, Francisco, Moisés y Nimo, lo que hizo especialmente superior al Sevilla, que enseguida empató el partido y que tuvo al Madrid completamente desarbolado durante bastante tiempo.

En esos minutos ningún madridista quería el balón, y el Sevilla jugaba con calidad, rapidez y nervio y llegaba a puerta prácticamente en todos sus ataques. Algún gol se escapó del mismo borde del área chica, y uno, que quizá hubiera cambiado el signo de la eliminatoria, lo devolvió el larguero, en tremendo remate desde cerca de Francisco.

Cansado y desanimado por la tardanza del gol, el Sevilla no tuvo más remedio que aflojar. El Madrid, que se había visto casi fuera de la Copa, recuperó su aplomo gracias en parte a esto y gracias también a que Di Stéfano supo frenar la caída de su equipo con los cambios, que llegaron en los momentos y puestos oportunos. Salguero había sufrido más que otros el despiste que originó el vendaval del juego del Sevilla y Metgod andaba flojo de facultades, al parecer por un problema digestivo.

Con Del Bosque de líbero, Gallego bien apoyado por San José, Isidro y García Hernández en la media y Santillana en día de aciertos, el Madrid salió a flote otra vez. El partido entraba en fase de equilibrio, de la que podía salir cualquier cosa. Y lo que salió fue una fenomenal galopada de Bonet que terminó en apertura inteligente hacia Santillana, que marcó.

El Madrid pasada la borrasca volvió a encontrarse con el gol. Su permanencia en la Copa premia su eterna capacidad para estar en los momentos claves, pero no hay que ocultar que la suerte le echó una mano cuando el Sevilla jugó primorosamente.

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