Crítica:El cine en la pequeña pantalla

Apoteosis cristiana

Dicen algunos críticos norteamericanos que cuando vieron El signo de la Cruz, que Cecil B. de Mille dirigió en 1932, se quedaron sobrecogidos con sus excesos y con su tan ingenua como oportunista defensa del cristianismo. Años más tarde, sin embargo, según cuenta Lawrence J. Quirk, la película ganó en interés porque en aquellos excesos residía precisamente su encanto. Incluso Charles Laughton, a quien habían considerado histriónico en su encarnación de Nerón, obtenía con el tiempo un valor que no so supo ver en el estreno. El baño de leche de burra tomado por Claudette Colbert es otro e...

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Dicen algunos críticos norteamericanos que cuando vieron El signo de la Cruz, que Cecil B. de Mille dirigió en 1932, se quedaron sobrecogidos con sus excesos y con su tan ingenua como oportunista defensa del cristianismo. Años más tarde, sin embargo, según cuenta Lawrence J. Quirk, la película ganó en interés porque en aquellos excesos residía precisamente su encanto. Incluso Charles Laughton, a quien habían considerado histriónico en su encarnación de Nerón, obtenía con el tiempo un valor que no so supo ver en el estreno. El baño de leche de burra tomado por Claudette Colbert es otro ejemplo de arrepentimiento crítico ya que el humor con que se ha contemplado positivamente el grandilocuente cine de De Mille es una clave imprescindible para colaborar con sus propuestas. Los buenos y los malos son parte de un juego en el que hay que saber introducirse para disfrutarlo ampliamente. De otra forma, difícil es tomar muy en serio la historia de ese centurión enamorado de una cristiana. Su grandilocuencia, sin embargo, no evita el lucimiento de sentido del espectáculo que muchos imitarían.El signo de la Cruz se emite hoy a las 20.30 por la segunda cadena.

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