VISTO / OÍDO

Dieciséis minutos más

Al emitirse en TVE Escrito sobre el viento, dentro del ciclo dedicado a Douglas Sirk, hemos tenido ocasión de comprobar, una vez más, los disparatados criterios de la censura, que no dudó en tratar a los españoles como perfectos estúpidos. No de otra forma puede entenderse la razón. por la que fueron suprimidos los dieciséis minutos que ahora hemos tenido ocasión de ver.Si el departamento de Prensa de Prado del Rey hubiera anunciado que Escrito sobre el viento se emitiría en versión íntegra, el relativo interés de la película hubiera adquirido un atractivo adicional, de mayor sig...

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Al emitirse en TVE Escrito sobre el viento, dentro del ciclo dedicado a Douglas Sirk, hemos tenido ocasión de comprobar, una vez más, los disparatados criterios de la censura, que no dudó en tratar a los españoles como perfectos estúpidos. No de otra forma puede entenderse la razón. por la que fueron suprimidos los dieciséis minutos que ahora hemos tenido ocasión de ver.Si el departamento de Prensa de Prado del Rey hubiera anunciado que Escrito sobre el viento se emitiría en versión íntegra, el relativo interés de la película hubiera adquirido un atractivo adicional, de mayor significación que el esquemático punto de vista que ofrece Sirk sobre la sociedad norteamericana. Tuvimos que comprenderlo espontánea mente al detectar los cambios de voces en el doblaje, la ausencia de sonidos de fondo y la fuerza del diálogo. Nos prohibieron saber en 1956 que los hermanos protagonistas hablaban crudamente de la infidelidad de la esposa; nos impidieron conocer la conversación del supuesto marido estéril con el médico equivocado; no nos dejaron saber la realidad de la esposa fiel en sus relaciones con el amigo de la familia; destrozaron la película, y sólo ahora hemos tenido ocasión de saber cómo lo hicieron.

Siendo espléndida la actitud de los actuales programadores cinematográficos de televisión al negarse a emitir películas censuradas, y aún aceptando como buena su rápida gestión de doblar exclusivamente los trozos mutilados, deben informarnos de ello. Los españoles podríamos tener así una excelente ocasión para conocer datos de nuestro pasado reciente. Si en TVE se estila aún la costumbre de avisar de la posible conflictividad de algunas de las películas que se emiten, deberían ampliarse tales discursos al anuncio de lo que sólo ahora podemos ver libremente.

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