Crítica:El cine en la pequeña pantalla

Historia viva

El director italiano Carlo Lizzani no tiene suerte en España. La mayor parte de sus películas han sido ignoradas por nuestras pantallas y aunque recientemente hemos visto en televisión su más famosa obra, Crónica de los pobres amantes, el resto de sus títulos exhibidos (Bandidos en Milán, por ejemplo), han pasado sin llamar la atención.Es, obviamente, una injusticia. Lizzani tiene un bien ganado prestigio en algunos sectores de¡ cine europeo, debido, sobre todo-a sus primeras películas, las que se inspiraron en la estéti-ca neorrealista, impulsora del cine italiano de posguerra. ...

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El director italiano Carlo Lizzani no tiene suerte en España. La mayor parte de sus películas han sido ignoradas por nuestras pantallas y aunque recientemente hemos visto en televisión su más famosa obra, Crónica de los pobres amantes, el resto de sus títulos exhibidos (Bandidos en Milán, por ejemplo), han pasado sin llamar la atención.Es, obviamente, una injusticia. Lizzani tiene un bien ganado prestigio en algunos sectores de¡ cine europeo, debido, sobre todo-a sus primeras películas, las que se inspiraron en la estéti-ca neorrealista, impulsora del cine italiano de posguerra. En el diccionario del crítico Elio Maraone, se asegura que Lizzani "tuvo desde el principio de su carrera, vivida junto a las enseñanzas de Rossellini, Lattuada, Vergano y De Santis, una clara preocupación por el clima social y político de la posguerra, con un evidente compromiso por profundizar en los temas del fascismo- y la resistencia".

Mussoli, último acto se emite hoy a las 22

30 por la primera cadena.

Así habla el amor se emite mañana a las 22

00 por la segunda cadena.

Rumbo a Java se emite hoy a las 16

05 por la primera cadena.

Achtung, Banditi, que data de 195 1, fue su primera película. Años más tarde realizaría Crónica de los pobres amantes, según la novela de Vasco Pratolini, y El proceso de Verona, una de las más ácidas crónicas de la reciente historia de su país, concretada en el proceso celebrado contra el conde Ciano, que el crítico Maraone califica, creo que con ini-justicia, de "superficial novelización". Otros temas sociales fueron abordados por Carlo Lizzani: la prostitución de menores en Storie di vita e di malavita y el fascismo Úntre los jóvenes en San Babila: ore veinte. .

Cansado algunos años después de sus dificultades para dirigir las películas que le interesaban, Lizzani se orientó hacia temas menores, incluídos los spaghetti westerns, de tan mala prensa entre los críticos. Ahora, dirige el festival de cine de Venecia. El historiador francés Jean Tulard considera que la carrera de Lizzani. no tuvo interés desde el principio. Destaca sólo Crónica de los pobres amantes "una obra sensible y emotiva" pero considera que El proceso de Verona o Mussolini, último acto son películas "sin relieve, realizadas sin objetividad" alusión obvia á la militancia comunista de Lizzani, que el director publicitó desde el principio de su catrera. Este prejuicio contra los cineastas de izquierda que hacen gala de su colaboración con algún partido político, tiene, a veces, su equivalencia en España."Una de las más grandes decepciones del cine italiano", insiste Tulard, mientras que por su parte, el realizador catalán Joaquim Jordá, tras señalar en la Enciclopedia Ilustrada del Cine que Carlo Lizzani fue excelente crítico (en las revistas Bianco e nero y Cinema), escribe que su decepción comenzó con el éxito sólo relativo de Crónica de los pobres amantes, "filme impregnado (le un generoso: romanticismo y con evidentes influencias de la escuela soviética."

En el centro de un grupo de películas menores, aparece Mussolíni, último acto, la película que esta noche se estrena en televisión sin que se haya exhibido previamente en lugares visitados por críticos españoles desde que Lizzani la realizara en 1974. Con un reparto de cierta espectacularidad, (Rod Steiger en el personaje del dictador italiano, y la participación de Franco Nero y Lisa Gastoni, en los papeles -secundarios), la película narra los acontecirnientos, vividos por Benito Mussolini en abril de 1944 al intentar huir de Milán y refugiarse en Suiza. Junto a la verja de Vilía Belmonte, el fascista italiano perderá la vida momentos después de que Clara. Petacci haya caído también acribillada. Podrian unirse estas últimas imágeries con las que filmara Bernardo Elertolucci en El conformista mostirando la alegria que desbordaba las calles de las ciudades italiánas por donde se arrastraban los inmensos bustos que Mussolini se había hecho instalar parwsu propia gloria.

Cine relativamente marginal

John Cassavetes es un excelente actor que, cansado de las férreas, -estructuras de los estudios de Hollywood, decidió plantearse una carrera paralela como director, al margen de las sumisiones industri*ales. Para su primera obra, Shadows (1960), posiblemente la mejor de su filmografia, convocó una suscripción pública a través de la radio. Desde entonces, con dinero propio o ajeno, Cassavetes ha dirigido diez largometrajes, otro de los cuales, Faces (-1968), confirmó la positiva impresión de su primer trabajo.En todos ellos, el director ha retratado la intimidad amorosa de unos personajes solitarios, muchas veces marcados por su marginación voluntaria, como puede ser el caso de la película de hoy, Minnie and Moskowitz, tontamente rebautizada en España como Así habla el amor, otras veces por su baja condición social (Una mujer bajo la influencia), otras por su situación burguesa (Maridos). El conflicto de la pareja es lo que parece importar a este director sensible que no precisa en sus películas de complejas narrativas ni de abundantes medios. Sólo en las que interpreta como actor (y en ese sentido, su filme más conocido es La semilla del diablo, donde encarnaba al perverso marido de Mia Farrow), ha encontrado John Cassavetes los instrumentos. propios del cine norteamericano.

Así habla el amor, que narra la curiosa historia sentimental surgida ' entre la empleada de un museo y el envejecido vigilante de un aparcamiento.

`Krakatoa story'

Antes de la moda de películas catastrofistas, de los grandiosos decorados engullidos por simas vertiginosas, de colosos en llamas, y de grandes epopeyas bélicas en las que la destrucción de materiales en tuen estado parece ser el objetivo de los directores, había todo un género volcánico, lógicamente ambientado en los Mares del Sur, que consistía en una aventura francamente repetida en la que el número final era la explosión de la gran montaña. Rumbo a Java pertenece a ese cine antediluviano del género convulsión telúrica, en el que la habilidad de las transparencias y la capacidad de trucaje eran el todo de la aventura. Mérito de la película es el de haber elegido la que probablemente ha sido la mayor explosión natural jamás ocurrida, la del volcán Krakatoa, que coronaba la isla del mismo nombre, en el año de 1883. El violento desarreglo intestinal borró la isla de la faz del planeta y formó ungigantesco maremoto que arrasó todo lo que hallá a su paso a miles de millas de distancia.

El problema,de estas películas era el de cómo llegar hasta esa gran escena final con una cierta decencia. En Rumbo a Java, Fred MacMurray, actor de ordinario más aprovechalle para la ' come dia que para las turbaciones cós micas, sigue.el camino tantas ve ces honradamente trillado de la búsqueda de un tesoro, el enfren tamiento con los indígenas entre los que suele haber una doncella que mira con ojos tiernos al aventurero occidental, y la lucha final con un pirata de la acreditada. ganadería malaya.

Eso, poco más y nada menos es esta película de explosiones en la que se demuestra que la aventuira, como la energía, no se crea ni se destruye, sino que simplemente se transforma.

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