Crítica

Piratas y aventuras

En 1953, Errol Flynn había interpretado ya sus títulos más conocidos. No podía hablarse aún de su decandencia, pero sí de un momento débil que no reflejaba ya el esplendoroso pasado del actor. Tenía, además, problemas financieros: harto de pagar impuestos y de gratificar a sus divorciadas por exigencias de la ley, se vino a Europa. Con fondos congelados que la Warner Bross tenía en Inglaterra, se rodó El señor de Ballantrae, dirigida por Wílliam Keighley, que interesó en Estados Unidos pero pasó sin pena ni gloria por loslocales europeos.La película está razonablemente bien hecha. Conti...

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En 1953, Errol Flynn había interpretado ya sus títulos más conocidos. No podía hablarse aún de su decandencia, pero sí de un momento débil que no reflejaba ya el esplendoroso pasado del actor. Tenía, además, problemas financieros: harto de pagar impuestos y de gratificar a sus divorciadas por exigencias de la ley, se vino a Europa. Con fondos congelados que la Warner Bross tenía en Inglaterra, se rodó El señor de Ballantrae, dirigida por Wílliam Keighley, que interesó en Estados Unidos pero pasó sin pena ni gloria por loslocales europeos.La película está razonablemente bien hecha. Contiene numerosas secuencias de acción y en la trama argumental suceden tal cantidad de acontecimientos que diricilmente puede aburrise el espectador. Todo, claro está, dentro de los márgenes tópicos de un cine de aventuras que se vuelca más en la brillantez de las batallas y los duelos a espada que en la lógica de su contenido.

El señor de Ballantrae se emite hoy a las 16

05 por la primera cadena.

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Se inspira la película en la novela homónima de Robert Louis Stevenson, pero los guionistas aplicaron numerosas variantes en su parte final. Se mantuvieron fieles al texto al narrar las primeras peripecias de Jamie Durrisdeer, señor de Ballantrae, que se une en 1745 a las fuerzas escocesas rebeladas contra Jorge II de Inglaterra.

Aunque ya alejado de su antigua energía (Robín de los bosques, Capitán Blood, Las aventuras de don Juan, Gentleman Jim o Kim de la India), Errol Flynn no podía permitirse el lujo de fracasar en las aventuras que protagonizaba en la pantalla.

Los decorados de Escocia, Sicilia y Gales ilustraron eficazmente la historia de El señor de Ballantrae. Jack Cardiff, más tarde director de cine, filmó con inteligente sentido del color.

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