Gente

José Fernández

Se llevó ayer un fenomenal chasco al comprobar, tras una laberíntica fuga por los pasillos del Palacio de Justicia de Bilbao que, detrás de la puerta por la que esperaba ganar la calle, se encontraba el mismísimo tribunal que le estaba juzgando momentos antes, en relación con un supuesto delito de atraco. Nada más iniciarse la vista de la causa, el procesado sorprendió a los poliíias que le custodiaban, lanzándose a una loca carrera por las dependencias del edificio -ciertamente bastante laberíntico- que finalizó en el punto de partida: la sala de su juicio. Resignándose a su sino, el reo volv...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Se llevó ayer un fenomenal chasco al comprobar, tras una laberíntica fuga por los pasillos del Palacio de Justicia de Bilbao que, detrás de la puerta por la que esperaba ganar la calle, se encontraba el mismísimo tribunal que le estaba juzgando momentos antes, en relación con un supuesto delito de atraco. Nada más iniciarse la vista de la causa, el procesado sorprendió a los poliíias que le custodiaban, lanzándose a una loca carrera por las dependencias del edificio -ciertamente bastante laberíntico- que finalizó en el punto de partida: la sala de su juicio. Resignándose a su sino, el reo volvió a sentarse en el banquillo, sin más aspavientos que disculparse ante una señora arrollada en su trayecto.

Archivado En