Una noche de alegría para la historia de Madrid

Cuando Alfonso Guerra da lectura al sondeo hecho sobre los avances de los resultados finales, las casi 3.000 personas que desde las nueve de la noche permanecen concentradas festivamente ante el hotel Palace, muy cerca del Congreso de los Diputados, irrumpen en atronadores aplausos y vivas. Los abrazos se multiplican y se extiende el reparto de rosas y claveles rojos entre las personas concentradas. Se notaba el cambio. El cambio y la emoción de muchos. Felipe era ya el ganador de las elecciones generales.



El tramo de la Carrera de San Jerónimo entre el palacio del Congre...

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Cuando Alfonso Guerra da lectura al sondeo hecho sobre los avances de los resultados finales, las casi 3.000 personas que desde las nueve de la noche permanecen concentradas festivamente ante el hotel Palace, muy cerca del Congreso de los Diputados, irrumpen en atronadores aplausos y vivas. Los abrazos se multiplican y se extiende el reparto de rosas y claveles rojos entre las personas concentradas. Se notaba el cambio. El cambio y la emoción de muchos. Felipe era ya el ganador de las elecciones generales.

El tramo de la Carrera de San Jerónimo entre el palacio del Congreso y la plaza de Neptuno había sido cortado al tráfico desde primera hora de la tarde. Los cordones de la Policía Nacional y Municipal empezaron a ser rebasados poco después de las nueve de la noche. Una pantalla gigante, conectada con Televisión Española y con el palacio de Exposiciones y Congresos empezó a dar avances de los resultados de la limpia jornada electoraI. Cada vez eran más las personas que se apiñaban en torno al panel. En esos primeros momentos, se: notaba expectación, expectación que iba creciendo por momentos, a pesar de que todavía no había datos.

En el tiempo vacío de la transmisión de datos, se proyecta el vídeo del mitin de la Ciudad Universitaria. Otra vez Georges Moustaki y Paco Ibáñez cantando juntos y pidiendo por el cambio en España. Aplausos del ya casi millar de personas. La gente escucha, baila y aplaude las alusiones ideológicas cantadas.

Hacia las once de la noche hay un pequeño descenso del número de personas para acercarse a ver el ambiente de otras zonas mientras se van conociendo los primeros avances de los resultados electorales. Un poco antes hay una pequeña pitada, provocada por José María Iñigo cuando presenta a Miguel Bosé como "hijo de padres muy conocidos". "¡Y nosotros¡", se le grita.

Poco antes de las doce, la concentración aumenta según avanzan los minutos. Desde Sol, por la Carrera de San Jerónimo, baja gente de todas las edades con rosas o claveles. Muchos vienen de la Plaza Mayor donde durante tres horas han estado bailando y regando con champán español la victoria socialista que muchos intuían.

'Rock' y brindis de alegría en la plaza Mayor

Mientras tanto, en la Plaza mayor, donde el alcalde había convocado a los madrileños a festejar los resultados de la jornada de esta fecha histórica, cientos de personas, muy jóvenes en su mayoría, habían empezado a brindar desde primera hora. Casi todos permanecían en un silencio solamente alterado con las carcajadas provocadas por los Hermanos Marx cuyas espléndidas historias cómicas volvían a ser revisadas a través de dos grandes paneles instalados en diversos puntos de la plaza.

Algunos concejales paseaban entre los jovencitos y de buen grado compartían brindis y tragos De vez en cuando, las pantallas conectaban con RTVE, pero aquí, la mayor parte del público no estaba por aproximaciones y prefería divertirse sin mayores disquisiones hasta conocer resultados firmes. La interrupción de las aventuras de la Pantera Rosa era fuertemente protestada con silbidos emitidos desde algunas nutridas pandillas de chicos y chicas.

Con todo, el ambiente de toda esta gente joven era de total camaradería. Las botellas se pasaban de mano en mano y algún porro terminaba en destinatarios no avisados, como algún viejo militante socialista, que embargado de emoción miraba asombrado el mar de jóvenes que llenaba la plaza. Luego, las botellas eran lanzadas contra el suelo, aunque, eso sí, con cuidado de que no cayeran en la cabeza de cualquier despistado. Al filo de las doce, los rockeros se fueron haciendo los dueños de la Plaza Mayor mientras que se iba extendiendo la voz de que la gran concentración popular se estaba produciendo ya en las proximidades del hotel Palace.

Riadas de gente por la carrera de San Jerónimo

Y muchos dejan la Plaza Mayor y pasean hacia el cuartel electoral del PSOE. La que va llegando es toda gente de aspecto pulcro y tranquilo que se aproxima bailando sin dar muchas voces. Esperan encontrar a los líderes del partido y aprietan el paso sin mucho ruido pero con grandes ganas de poder celebrar el triunfo socialista.

Pero si hasta las doce todo ha sido un precalentamiento comedido, las muestras de satisfacción y gran fiesta -por fin, el cambio- aparecen de lleno cuando Alfonso Guerra, ocupa el primer plano de la pantalla gigante para confirmar en una conferencia de Prensa en directo que los primeros sondeos del partido confirman que sí, que la mayoría de los votos ha sido para el PSOE. Las manos empiezan a enlazarse por encima de las cabezas y se ve el signo de la victoria en las manos y en las lágrimas de alegría de algunos socialistas.

La bandera constitucional

Desde la plaza de Neptuno, dos muchachos suben con tres banderas en la mano: la bandera nacional, con el escudo constitucional; la enseña del partido y el pendón morado de Castilla. Avanzan y la gente les va abriendo el paso entre fuertes aplausos.

Por la pantalla, Alfonso Guerra ofrece el triunfo al veterano socialista Ramón Rubial, que además, para colmo, celebra también su cumpleaños. Es un brindis por todos los militantes "que desde hace más de cien años han hecho posible la victoria de hoy". La gente aplaude y los más jóvenes miran a todos aquellos que están junto a ellos y llevan el paso del tiempo y el trabajo en la cara y en el cuerpo". hay emoción en el intercambio de miradas y aplausos en el que las sonrisas de los jóvenes y las de los mayores se funden con camaradería y complicidad, junto a algunas lágrimas de emoción, de esa que brota de muy adentro y es dificil de contener.

Después de que Alfonso Guerra se despida hasta que, pasadas las dos de la madrugada, Felipe González, ya seguro presidente, dirija un mensaje a todos los españoles, vuelve la música, el ritmo y la ya incontenible Fiesta popular, a la calle.

'Himno a la alegría'

Miguel Ríos ocupa la pantalla para saludar recordando que "es la hora del cambio" y pedir que todo el mundo le acompañe en el Himno a la Alegría, "contra todos los dictadores y totalitarios". Todo el mundo hace caso al primer rockero y le siguen a través del vídeo cantando. Lo que pese a sondeos v encuestas electorales previas se prometía seguro, empieza a ser realidad para todos los que están aquí. Las uves de la victoria sirven para enlazar manos desconocidas que en estos momentos sublimes y emocionantes parecen creer en fraternidades mágicas y universales.

Orden y moderación

Fuera de este recinto, las calles son recorridas por algunos coches pero en silencio. No hay caravanas con banderas ni nadie hace sonar el claxon más de la cuenta. Los conductores se dirigen a lugares desconocidos. La Gran Vía, Recoletos o la Castellana no tienen más transeúntes que cualquier otra noche. Solamente junto al hotel Luz Palacio, donde está reunida la plana mayor de Alianza Popular, estacionan y arrancan incesantemente numerosos vehículos. Pero la fiesta popular y grande está junto al Palace y en la Plaza Mayor.

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