Entrevista:

"La llamada mayoría natural no es una realidad posible, sino un mito"

Fino jurista, preciso en la distinción, se esfuerza en apartar sus nuevas y añadidas responsabilidades en la presidencia del partido de las que, con acierto de todos reconocido, ha ejercido desde la constitución de la presente legislatura en marzo de 1979 como presidente del Congreso de los Diputados. Firme adicto del ejercicio intelectual, obligado además por razón de su cargo institucional a ponderar constantemente las razones y argumentos de todos y cada uno de los partidos con representación parlamentaria que tienen asiento en la Junta de Portavoces del Congreso, Landelino Lavilla se ve ah...

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Fino jurista, preciso en la distinción, se esfuerza en apartar sus nuevas y añadidas responsabilidades en la presidencia del partido de las que, con acierto de todos reconocido, ha ejercido desde la constitución de la presente legislatura en marzo de 1979 como presidente del Congreso de los Diputados. Firme adicto del ejercicio intelectual, obligado además por razón de su cargo institucional a ponderar constantemente las razones y argumentos de todos y cada uno de los partidos con representación parlamentaria que tienen asiento en la Junta de Portavoces del Congreso, Landelino Lavilla se ve ahora conminado a asumir la beligerancia del liderazgo de UCD, cuando ya se oyen las campanas que anuncian la inminente campaña electoral.

Quien le lleve a este terreno recibirá la respuesta de sus anteriores experiencias en la circunscripción de Jaén por la que obtuvo acta de diputado y donde luchó en favor de otros compañeros de partido en los comicios regionales andaluces del pasado 23 de mayo. Se considera incisivo como contendiente en la lucha política pero adelanta su renuncia a la agresividad, fuera por completo de su estilo personal de siempre.

Anclada en los sillares del derecho, la arquitectura de su bóveda mental responde a concepciones gravitatorias lejanas de la audacia y los voladizos de los sondeos y de las campañas de imaginería política con los retorcimientos de los retablos barrocos, que tanto gustan en las agencias de Rafael Ansón.

Brillante orador, su discurso en el tercer aniversario de la Constitución —pleno de emocionado rigor democrático, que a todos nos reivindicó— quedará en las antologías del género parlamentario.

Su frialdad intelectual le mantiene atento a las acechanzas, sin bajar las defensas. Es muy difícil que en el intercambio oral o escrito Landelino Lavilla llegue a decir lo que está decidido a callar. Es probablemente una virtud de barón político probado, pero no deja de incitar a la desesperación al periodista que busca en la aproximación y el cuerpo a cuerpo la brecha de la noticia caliente.

De las preguntas anticipadas para esta entrevista prefirió salvar la referente a quienes —Federico Silva, Afonso Osorio, Miguel Herrero, Oscar Alzaga se fueron relevando en el intento de alzar bandera democristiaria y a quienes inspiran la actual orientación ultra del aparato de Prensa tradicionalmente más cercano a esa causa. Se remitió para más aclaraciones a unas esclarecedoras manifestaciones suyas en La Vanguardia el año 1973. Ahí queda la pista para los amantes de las hemerotecas.

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Otros interrogantes ya respondidos quedaron enseguida reforzados por acciones o declaraciones del Gobierno o de su presidente, Leopoldo Calvo Sotelo. Así, la del intento declarado en vuelo sobre el Atlántico de repetir la operación centrista de 1977, esta vez sumando a Landelino Layilla con Adolfo Suárez, Francisco Fernández Ordóñez, Antonio Garrigues Walker y Oscar Alzaga. Así, la del contrasigno que representaba el nombramiento de Carlos Robles Piquer para el Instituto de Cooperación Iberoamericano, nombramiento al que enseguida pudieron añadirse otros como el de Jaime Mayor Oreja para la delegación del Gobierno en el País Vasco y el del general José Gastón Molina para dirigir la Academia de Infantería de Toledo.

En la sede de la ejecutiva de UCD, calle de Arlabán, el nuevo secretariado trabaja estos días de agosto hacia dentro, sin la agobiante presión de los teléfonos. La nueva distribución de los despachos está casi terminada para dar cobijo a todos los nombrados. Y la nueva iconografía también, tras una cuidadosa eliminación de los posters y pegatinas de Adolfo Suárez, que todo lo tenían invadido con su sonrisa electoral. Landelino Lavilla, que aún no tenía resuelta su instalación, recibió a los periodistas en la oficina de Juan Antonio Ortega.

Pregunta. Ya en la presidencia de UCD, asumida el martes 13 de julio, ¿cómo interpreta usted la trayectoria descrita por su partido desde la victoria electoral de 1979 y, más recientemente, desde la operación de los críticos previa al congreso de Palma de Mallorca de febrero de 1981?

Respuesta. La trayectoria seguida por UCD desde 1979, en cuanto a acción política y de Gobierno, me parece en su conjunto positiva, ya que ha supuesto la puesta en marcha y desarrollo de las instituciones democráticas previstas en la Constitución. He de reconocer, sin embargo, que ha habido defectos e insuficiencias que pretendemos superar en la etapa nueva iniciada.

En cuanto a los problemas internos de UCD, es claro que no pudieron resolverse, desgraciadamente, en su momento mediante el debate y el acuerdo internos y con la necesaria disciplina. El congreso de Palma cerró en falso los conflictos existentes en el partido. El planteamiento que yo hice en aquel congreso pretendía, en mí intención, iniciar un proceso de regeneración y clarificación del partido como opción centrista.

Los acontecimientos posteriores han demostrado qué miembros del partido, entre ellos algunos que apoyaron en Palma mis planteamientos, podían hacer caso omiso de su compromiso centrista y pasarse a otras opciones políticas. En todo caso, yo pretendo dar por superadas las divisiones y trabajar con todos aquellos que sigan creyendo, como yo creo, en un proyecto político de centro.

P. El tiempo transcurrido permite contemplar con perspectiva la evolución política experimentada por algunos de los principales defensores de la democracia interna de UCD, entonces tan próximos a usted. ¿Qué papel objetivo les asigna ahora en el proceso de voladura del centro evidenciado en los últimos -meses? R. No existe correlación real entre la defensa de la democracia interna en el partido y la evolución política de algunos hacia la derecha. La democracia interna, partiendo de una base militante clarificada e identificada con el proyecto centrista, me sigue pareciendo una necesidad ineludible. Por democracia interna entiendo la efectividad del debate político en el seno del partido, el acatamiento de la decisión mayoritaria y el respeto a las minorías, con disciplina externa en todo caso.

La evolución política de esas personas a las que usted se refiere no tiene conexión alguna con su defensa de la democracia interna. Creo simplemente que han cambiado de opinión, puesto que han ingresado en otro partido o han creado uno nuevo.

Yo, claro está, no hallo razones objetivas para ese cambio de opinión. No. es posible justificar la salida del partido de unos u otros por derechización e izquierdización simultánea de UCD. Es notoria la contradicción de quienes apelan a la unión de los afines, a fin de su ruptura con quienes hasta ahora han compartido un proyecto común. La explicación debe ser otra, en conexión con la proximidad de las elecciones y las expectativas que éstas suscitan.

P. Las versiones de Adolfo Suárez y de Leopoldo Calvo Sotelo sobre lo sucedido en los encuentros de la trilateral son contradictorias. Como tercer participante, ¿podría aclararnos cuáles fueron, a su entender, las razones, las convicciones o las presiones expresadas que determinaron la conocida negativa de Calvo Sotelo a proponer y apoyar como propia la candidatura de Adolfo Suárez? ¿Cuáles fueron las exigencias reales formuladas por el ex presidente?

R. Ya expliqué en el consejo político que los tres coincidimos en que la situación requería poderes de excepcionalidad. No hubo coincidencia en que Adolfo Suárez asumiera la presidencia, asunción que él mismo condicionaba a que fuese propuesta, apoyada y defendida por Leopoldo Calvo Sotelo.

P En su primera conferencia de Prensa como presidente (le UCD, la noche de su elección, usted aseguró que desearía contar con el apoyo de Adolfo Suárez. En el lanzamiento de su CDS, Suárez ha sido pródigo en elogios a usted y ha reiterado sus mejores deseos para la gestión que tiene encomendada en UCD. ¿Puede plantearse algún acuerdo, como se indicaba en las declaraciones aéreas de Leopoldo Calvo Sotelo y ya ha solicitado el comité provincial de Toledo? ¿Sobre qué bases podría instrumentarse? ¿Tendría efecto antes o después de las elecciones?

R. Expresé mi deseo de contar con el apoyo de Adolfo Suárez y lo hice tanto por aprecio político como por la estima personal y afecto que le profeso. La decisión de Adolfo Suárez de emprender un proyecto político paralelo a UCD, pero fuera de UCD, me parece un error. No veo razones objetivas para un proyecto separado.

Por otra parte, y como usted sabe, la línea de UCD, aprobada por el consejo político, es no hacer coaliciones previas a las elecciones.

P. ¿Los rasgos inequívocos de confesionalismo religioso : las relaciones nada despreciables con los centros de poder de la gran banca que se le atribuyen, prefiguran alguna actitud determinada de usted frente a los poderes fácticos, sensiblemente empeñados en arrebatar al poder político la primacía establecida en la Constitución de 1978?

R. Los que usted denomina poderes fácticos, refiriéndose al parecer a la Iglesia y a la banca, no pretenden, en mi opinión, arrebatar al poder político sus atribuciones constitucionales. Mis convicciones religiosas confirman mi compromiso con la democracia como sistema que mejor garantiza la dignidad de la persona humana. Ese compromiso fue expresado por mí inequívocamente en el discurso que pronuncié ante el Congreso el 9 de diciembre pasado, bien expresivo, por cierto, de mi idea, sobre la primacía del poder político.

P. Mientras las elecciones de 1977 y 1979 fueron una pugna desarrollada en el centro del terreno, por utilizar una terminología futbolística —la derecha centrista quería ganarle votos al PSOE, la izquierda socialista quería ganarle votos a UCD—, el pasado mayo, Alianza Popular y la CEOE ensayaron en Andalucía un planteamiento bipolarizador. ¿Optará UCD preferentemente en su campaña próxima por los ejes derecha-izquierda o primará en sus posiciones la defensa del sistema constitucional de libertades frente a los intentos de regresarnos al autoritarismo?

R. El gran logro de UCD ha sido conformar un panorama político, hasta ahora inédito en nuestra azarosa historia, en el que un sector mayoritario de los electores podía sustraerse a la tradicional tentación española hacia el extremismo. Pero al propio tiempo se ha producido un segundo efecto complementario y que refuerza el anterior: al quedar el centro ocupado por una fuerza política mayoritaria, articulada en un auténtico partido de masas, se ha producido una tensión centrípeta en los partidos de izquierda y de derecha, tratando de extender su frontera electoral precisamente por el centro y, en consecuencia, generando planteamientos de progresiva moderación. A mi juicio, ese es el dato más positivo de este período, dato de verdadera dimensión histórica, que a nadie es Iegítimo poner en riesgo por conveniencia electoral o interés de partido,

Desde esta perspectiva, UCD, al ratificar su opción de centro, tratará de evitar, en cuanto esté en su mano, la bipolarización de la vida política española, que tan malos efectos ha tenido en el pasado para la estabilización de la libertad y la democracia en la convivencia entre los españoles. Dentro de este planteamiento es evidente nuestra voluntad de defender y mantener la Constitución en su integridad.

P. ¿Qué planes tiene trazados pasa emprender la regeneración de UCD? ¿Cuáles son sus previsiones en torno a los liberales que aún siguen en UCD después de la entrada en escena de Antonio Garrigues Walker?

R. La regeneración de UCD exige un esfuerzo a todos los niveles, desarrollado desde una militancia decantada y clarificada y orientado a una renovación tanto de oferta electoral como de personas. En esta dirección trabajarán todos los órganos del partido en los próximos meses. Nuestra mayor preocupación hoy es presentar un repertorio de soluciones concretas a los problemas que preocupan a los españoles, superando de una vez y definitivamente el exceso de atención de la clase política a sus propios problemas. Nuestro empeño, repito, es despertar la ilusión y la confianza del pueblo español en su propia capacidad de progreso bajo una dirección firme y con objetivos definitivos, que es lo que pretendemos ofrecer.

Por lo que hace a los liberales, mi opinión es que su aportación ideológica es uno de los componentes esenciales de UCD desde su fundación, y forma parte de nuestro patrimonio político en todo lo referente al respeto a los derechos fundamentales y liberta despúblicas, al Estado de derecho, a nuestra idea del régimen parlamentario y del protagonismo de la sociedad civil en la acción política. En cambio, no creo en la viabilidad de un proyecto liberal independiente y separado, salvo de carácter testimonial y electoralmente marginal.

P. Usted ha pedido seis meses a su partido, que concluyen el 13 de enero. Con este calendario por delante, ¿dónde tendería a situar la convocatoria de elecciones y sobre qué bases considera posible los acuerdos con otras fuerzas parlamentarias capaces de garantizar la fecha elegida? ¿Cómo drenar los riesgos de involución que parecen amenazar este último período, inducidos en parte por la debilidad gubernamental?

R. El mantenimiento a ultranza de una legislatura hasta su normal expiración constitucional no es en sí mismo un valor positivo. Lo que puede calificarse de positivo es que se den las condiciones que permitan esa normal duración de las legislaturas. Pero cuando esas condiciones no se dan, lo lógico y lo conveniente es convocar al punto nuevas elecciones para asegurar explícitamente la conexión entre la voluntad popular y su representación parlamentaria. Yo estoy ahora analizando la posibilidad de que se den las condiciones de proseguir la legislatura, aunque, en mi opinión, no cabe crear artificialmente esas condiciones sobre la base, por ejemplo, de pactos o coaliciones coyunturales contrarios a la naturaleza de los partidos y desorientadores para su electora do. A mi modo de ver, si se sigue honestamente esta lógica de la democracia parlamentaria, el sistema se consolida. Yo no creo, por otra parte, en riesgos reales de involución, ni menos aún que puedan derivarse de la acción del Gobierno. Sin embargo, no me parece descaminado pensar que quienes producen inestabilidad en los partidos establecidos cooperan poco a la consolidación de una democracia, establecida precisamente sobre los partidos.

P. La derecha progresista de UCD pudo recibir votos inequívocamente democráticos en 1977 y en 1979, y la izquierda moderada del PSOE fue votada sin escrúpulos por un buen número de católicos. Los comportamientos de ambos partidos se interaccionaron de tal modo que España se hizo políticamente habitable. ¿Considera usted válido ese perfil electoral de UCD cara a los próximos comicios o estima preferible una clarificación desde el objetivo básico de impedir a toda costa el triunfo socialista?

R. El mensaje político de UCD, caracterizado por su firme voluntad de modernización de la sociedad española y por su actitud de moderación en la acción política, constituye un perfil electoral válido para las próximas elecciones. Nuestra creencia en las libertades y nuestra voluntad de servir el mayor progreso y bienestar de nuestros conciudadanos completan ese perfil.

Nosotros deseamos confrontar nuestra opción ante el electorado con la opción socialista y con la opción conservadora, de las que se diferencia nítidamente. Pero nuestra opción no es de pura negación de una o de otra, sino de afirmación de nuestras convicciones. No soy partidario de meras definiciones por antagonismo.

P. La llamada mayoría natural, sobre la que se ha generado un extraño triunfalismo, ha conseguido el 23 de mayo en Andalucía reducir los resultados electorales del centro-derecha hasta cifras muy inferiores a las obtenidas en solitario por UCD en 1979. ¿Cuál es su posición ante esta propuesta permanente de Manuel Fraga?

R. La llamada mayoría natural en mi opinión, no es una realidad posible, sino un mito, en el sentido que tiene esta palabra en las ciencias sociales. Proyecta la imagen de un futuro ficticio e irrealizable que conecta con sentimientos de concretos sectores sociales para arrastrarles a la acción. Esos sentimientos, existentes sin duda en ciertos ámbitos de la sociedad española, se apoyan en la creencia de que los españoles tienen por fuerza que alinearse en dos únicos bandos políticos, derecha-izquierda, y que fuera de ellos no puede haber sino ambigüedad, confusión, tibieza. Yo discrepo profundamente de los presupuestos de El presidente de UCD aceptó el cargo "contra el sentido común y por sentido de la responsabilidad." este planteamiento que apuntan directamente contra los fundamentos mismos del centrismo. De ahí que, paradójicamente, esta propuesta, salvados por supuesto los respetos personales debidos a quien la hizo, haya tenido más efectos destructivos que constructivos, sin que, a mi juicio, pueda generar ninguna mayoría real en la práctica.

P ¿Considera viable su comprometida gestión al frente de UCD, sin control alguno sobre el Gobierno, que es donde reside la mayor capacidad de transmitir imagen a la opinión pública? ¿Qué queda de la más brillante declaración política del partido cuando al día siguiente se produce, por ejemplo, el nombramiento de Robles Piquer para la presidencia del Instituto Iberoamericano de Cooperación; el de Jaime Mayor Oreja para delegado del Gobierno en el País Vasco —con amago de dimisión de gobernadores civiles incluido—, o el del general José Gastón Molina para la Academia de Infantería?

R. Considero viable mi gestión al frente de UCD. En otro caso, no la hubiera aceptado. Cosa distinta es que sea fácil. No lo es, sin duda, pero yo tengo fe en ella. La coordinación con el Gobierno es esencial. Sin ella no sería posible mi gestión. No obstante, es evidente que yo no tengo la responsabilidad del Gobierno. En todo caso, el nombramiento de Carlos Robles Piquer en la presidencia del Instituto Iberoamericano de Cooperación me parece acertado, dada su competencia y profesionalidad acreditada para este tipo de tareas.

P. A usted se le atribuye fuerte responsabilidad en la erosión sufrida por los grupos parlamentarios, al no dar por válida la renuncia anticipadamente firmada por Manuel Clavero Arévalo, cuando decidió disentir de UCD. Su ejemplo fue seguido por otros muchos que acabaron en el Grupo Mixto o encontraron el modo de plantear exigencias crecientes a cambio de su permanencia. Como presidente del Congreso, ¿cuál es su opinión sobre el grupo socialista? ¿Cómo evaluaría el interés y la madurez de sus aportaciones durante la legislatura?

R. La renuncia anticipada al es caño firmada en blanco me parece que no es jurídicamente vinculante, especialmente cuando, como ocurrió de hecho en algún caso, fue seguida de una manifestación de voluntad contraria a aquella renuncia. Pero la renuncia anticipada, cuando existe, me parece que es ética y politicamente vinculante, porque expresa inequívocamente que la oferta y aceptación de la candidatura se hicieron bajo unas determinadas siglas, al amparo de un liderazgo y con el apoyo político y económico de un partido. El corolario de este tipo de aceptación debería ser la libre restitución del escaño cuando se abandona el partido por el que se obtuvo. Esta exigencia ética se hace más imperiosa cuando el sistema electoral, como ocurre en el Congreso, es de listas cerradas y bloqueadas, ya que el elector dio su voto no a una persona, sino a una opción de partido.

En relación con la última parte de la pregunta que me fórmula, como presidente del Congreso, es claro que, como tal, no debo emitir ningún juicio suplementario al que se pueda extraer del sentido de mi voto en la propia Cámara.

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