La Real resolvió el partido en el último minuto

ENVIADO ESPECIALEn el minuto noventa se decidió el resultado del domingo en Mestalla, en el que el triunfo sonrió justamente al equipo donostiarra, si bien es verdad que difícilmente alguien se hubiese atrevido a decir, que el empate que señalaba el marcador en el minuto 89, no hacía justicia. El fútbol es así. Tuvo más ocasiones la Real, y el Valencia mandó más en el centro del campo y no se amilanó por el temprano gol del actual campeón. Reaccionó muy bien y no se le puede culpar de que al final de sus jugadas se encontrase con Arconada bajo los palos. A los cuatro minutos de Juego, Cortabar...

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ENVIADO ESPECIALEn el minuto noventa se decidió el resultado del domingo en Mestalla, en el que el triunfo sonrió justamente al equipo donostiarra, si bien es verdad que difícilmente alguien se hubiese atrevido a decir, que el empate que señalaba el marcador en el minuto 89, no hacía justicia. El fútbol es así. Tuvo más ocasiones la Real, y el Valencia mandó más en el centro del campo y no se amilanó por el temprano gol del actual campeón. Reaccionó muy bien y no se le puede culpar de que al final de sus jugadas se encontrase con Arconada bajo los palos. A los cuatro minutos de Juego, Cortabarría, al intentar despejar de cabeza, el balón cayó hacia atrás y, con Arconada batido, dio en la cepa del poste y salió milagrosamente hacia el campo, en lugar de introducirse en el marco. En el contraataque realista vino el primer gol. En pocos segundos se pasó de un más que posible 1-0 al 0-1, que, lógicamente, pesó como una losa.

El Valencia no olvidó en ningún momento que sus posibilidades de estar en la próxima Copa de la UEFA estaban en juego, ni su condición de propietario del terreno, por lo que jugaba ante su público, que salió desilusionado pero no defraudado o decepcionado. Los valencianos lucharon con bravura y total entrega. Les falta capacidad de resolución. Solsona, al margen de que marcara el gol, es el único que la tiene. Con todo, ya está dicho que se supo plantar varias veces ante el marco guipuzcoano, pero una vez más Arconada se mostró desesperante y salvó, casi siempre con los pies, goles cantados. Sin blocar el balón, rechazó lo que no está escrito, algo que ya no sorprende, pero que obliga a decir que los reflejos del guardameta internacional están fuera de lo común. El Valencia lo sufrió ayer en su campo.

En la Real se nota demasiado la ausencia de Zamora. No tardó en perder el control en el centro del campo. Alonso y Diego hicieron un buen partido, especialmente el primero, pero ni aun así hicieron olvidar a Zamora. Ocurre que la Real se ha acostumbrado a jugar en cerrado y, eso sí, salir con endiablada velocidad y llegar en pocos segundos al área contraria. Cuatro zancadas de Alonso permiten que el balón quede inmedíatamente controla do por López Ufarte y éste profundice hacia Satrústegui, sensacional con y sin balón, incansable y que une a su clase una condición física envidiable. Junto con Uralde, atentos a este nombre y a este hombre, trajo de cabeza a la zaga blanca, que casi no contó con Carrete, dedicado con acierto a vigilar estrechamente a López Ufarte.

En el segundo tiempo, el Valencia dominó abrumadoramente. Su gol se veía venir y, sin embargo, Uralde desaprovechó una ocasión superclara de ceder el balón a Satrústegui, que, completamente sólo, hubiera fusilado a Sempere y puesto el 2-0 en el marcador. Fue tal el empuje del equipo de Mestre que es difícil saber sila Real se encerró o fue encerrada, no ya en su campo, si no en su área, por el conjunto valencianista, que en cuanto a posesión del balón fue dueño y señor, especialmente en los últimos 45 minutos. Ocurre que en fútbol no se gana a los puntos, como en el boxeo. El fútbol es menos duro pero más ingrato, y sólo cuentan lós goles. Lo demás se olvida.

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