Crítica:El cine en la pequeña pantalla

Pequeña antología del Oeste

Errol Flynn fue uno de lo! actores favoritos del viejo Raoul Walsh. Ambos compartieron varias películas e infinidad de borracheras. Sus juergas, en compañía de John Barrymore y Alan Hale, por lo general misóginas, se hicieron famosas en los diversos círculos golfos de Hollywood. Ambos eran tipos socarrones e indómitos, con costumbres, fanfarronería y sangre irlandeses en las arterias. Se cuentan de sus correrías tales barbaridades, que parecen extraídas de las más rocambolescas películas de aventuras de Walsh.Cuento esto porque, en las películas que hicieron juntos, se percibe un rastro de est...

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Errol Flynn fue uno de lo! actores favoritos del viejo Raoul Walsh. Ambos compartieron varias películas e infinidad de borracheras. Sus juergas, en compañía de John Barrymore y Alan Hale, por lo general misóginas, se hicieron famosas en los diversos círculos golfos de Hollywood. Ambos eran tipos socarrones e indómitos, con costumbres, fanfarronería y sangre irlandeses en las arterias. Se cuentan de sus correrías tales barbaridades, que parecen extraídas de las más rocambolescas películas de aventuras de Walsh.Cuento esto porque, en las películas que hicieron juntos, se percibe un rastro de esta relación. Objetivo Birmania, Gentleman Jim, Murieron con las botas puestas, Rio de Plata y otras, son jalones en la historia de una amistad que tiene una sutil traducción en la pantalla. Más que en estos filmes, el fenómeno se percibe en las restantes películas de Flynn, porque algo baja en el tono vital, en la rapidez de reflejos y en la comodidad del actor ante las cámaras cuando no es dirigido por Walsh.

Flynn da el máximo de sí mismo cuando trabaja con Walsh, y la fuerza de esta compenetración enriquece subterráneamente sus películas, incluso aquellas que no son de las grandes, como es el caso de Rio de Plata. Una aventura-río, que abarca varias áreas geográficas y otras tantas demarcaciones narrativas del cine del Oeste, lo que da al filme variedad, pero también cierta dispersión, que no es que entrañara una dificultad insalvable para Walsh, pero sí le impedía desarrollar su talento, que salía a relucir en su plenitud frente a historias argumentalmente concentradas y dramáticamente tensas.

Pese a no ser una obra maestra, Río de Plata, es una película llena de vida, o de esa peculiar alegría de la aventura que producen las películas más dinámicas de Walsh, en las que la falta de intensidad es sustituída por una visión expansiva y contagiosa de la acción. El ritmo es vivo, sin ser trepidante, porque Walsh jamás pierde el sentido de la medida y es capaz de narrar con la inmediatez y eficacia de un ingenuo la historia más tumultuosa.

Río de la Plata se emite hoy a las 16.05 por la primera cadena.

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